Desde el NAFTA al por ahora aletargado TTIP, el vínculo entre los acuerdos comerciales internacionales y la Salud Pública se ha acentuado con los años. Desde una experiencia de 15 años en salud pública, muy marcada por la intersección entre propiedad intelecual, innovación, acceso y derechos humanos, Jaume Vidal cree que el equilibrio no sólo es necesario, sino también posible. EG ha hablado con él.
Pregunta. Salud Pública y Comercio Internacional… ¿Un equilibrio imposible?
Respuesta. El intercambio de bienes que caracteriza el comercio incluye medicamentos y tecnologías sanitarias. Pero es importante examinar sus reglas, en especial aquellas, como la protección de los derechos de propiedad intelectual, que pueden tener consecuencias sobre los precios. En conclusión, no se trata de actividades contradictorias per se, sino complementarias. Es tarea de todos buscar el equilibrio.
P. ¿Se ha convertido el comercio en una ‘puerta de atrás’ para menoscabar compromisos adquiridos en foros mundiales?
R. Sí, creo que de manera simultánea a la perdida de relevancia de la Organización Mundial del Comercio (OMC) como escenario de diálogo, EE.UU. y la UE han desplegado políticas de negociación de acuerdos comerciales muy agresivas, que comprometen a la mayoría de estados en una auténtica maraña jurídica, negociada la mayoría de las veces a espaldas de la opinión pública. Esta falta de transparencia sería la principal diferencia entre la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la OMC y las negociaciones bilaterales. Y las resoluciones de la Asamblea Mundial de la Salud, el órgano deliberativo de la OMS, no son vinculantes, con lo que su capacidad para influir en las negociaciones o implementación de acuerdos comerciales es limitada.
P. ¿Cuál es la solución, a su juicio?
R. La transparencia en la negociación de acuerdos internacionales es un imperativo democrático, y hay que reconocer que la UE ha mejorado mucho en los últimos 5 años. Igualmente, antes de concluir las negociaciones es necesario hacer estudios de impacto rigurosos e imparciales que incluyan, por ejemplo, el cómo afectaría al precio de los medicamentos una u otra legislación de protección de propiedad intelectual. Ahí la UE tiene espacio para la mejora. Creo que la OMC debe recuperar su posición de referencia en la agenda comercial global y que organizaciones como la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo o la OMS también deben involucrarse para lograr un agenda más equilibrada.
P. ¿Por qué el acuerdo UE-Mercosur es es tan malo para el acceso a medicamentos?
R. La UE pretende exportar una de las legislaciones de protección de la propiedad intelectual más estrictas que existen, con plazo de protección de la patente más largos, menos posibilidades para la oposición de patentes concedidas y otras disposiciones que no son las más favorables para una política de salud pública que favorezca el acceso a medicamentos asequibles. Si Brasil lo aceptara, sus capacidades para producir genéricos se verían seriamente disminuidas y esto tendría un impacto directo en los países que se abastecen del mercado brasileño.
P. ¿Han recibido respuesta al llamamiento lanzado al respecto?
R. En diciembre preparamos una carta sobre Mercosur que recogió firmas de mas de 20 organizaciones de países tanto europeos como latinoamericanos. La dirigimos a los negociadores de la Comisión y a los de Mercosur. Nunca recibimos respuesta. Otra misiva que mandamos sobre el cumplimiento de los derechos de propiedad intelectual en terceros países no solo recibió contestación, sino que en mayo fuimos recibidos por el gabinete de la Comisaria Malmström para un intercambio de pareces en el que también hablamos de Mercosur. Ese es el tipo de dialogo e intercambio al que aspiramos y que creemos posible.
P. Además de Mercosur, ¿qué otros acuerdos que negocia la UE pueden suponer un riesgo para la Salud Pública?
R. Los acuerdos concluidos con Japón y México nos preocupan. En ambos casos se otorgan extensas protecciones de propiedad intelectual y se erosionan (de forma recíproca) la capacidad por parte de las autoridades de utilizar las flexibilidades del acuerdo TRIPS. Ahora mismo estamos siguiendo atentamente la negociación con Indonesia, uno de los pocos países con capacidad de producción farmacéutica estatal y que ha utilizado flexibilidades para responder a sus necesidades sanitarias. También estamos atentos a posibles avances en la negociación con Australia y Nueva Zelanda con sistemas de financiación y reembolso de medicamentos que permiten la sostenibilidad financiera de los sistemas públicos de salud.
P. Las organizaciones en defensa de la Salud Pública de la UE llevan años pidiendo un debate sobre la reforma de la propiedad intelectual. ¿Son optimistas al respecto?
R. Uno puede ser optimista pero no debe dejar de ser realista. El debate está abierto y depende de nosotros, junto con otros, el lograr cambios legislativos. Uno ve las discusiones sobre los incentivos de propiedad intelectual en el seno de la UE, a partir de las conclusiones del Consejo bajo la presidencia holandesa, o pronunciamientos de gobiernos en Portugal, Italia, España y otros en el marco de la OMS y resulta inevitable constatar que el cambio de paradigma es posible a medio y largo plazo.
P. La industria y la sociedad civil también deben encontrar puntos de encuentro. ¿No caben posturas intermedias?
R Es evidente que es necesario establecer canales de dialogo entre industria, Estado y sociedad civil, entendido como intercambio honesto de ideas y no como operaciones de relaciones públicas, como ha ocurrido en el pasado. Dicho esto, asistimos a dos actitudes muy diferentes dentro de la industria, que ha dejado de ser monolítica. Vemos cómo pymes, normalmente en el ámbito de los biológicos, apuestan por nuevas formas de investigación. Los modelos alternativos de innovación, agrupados alrededor del delinkage, siguen siendo proyecciones, ejercicios intelectuales surgidos de la academia y abrazados por la sociedad civil. Pero vamos viendo como van apareciendo ejemplos concretos, como el Life Prize contra la tuberculosis o la gestión mancomunada de derechos de propiedad intelectual, el Medicines Patent Pool. A lo que aspiramos es a un periodo de transición en el que ambos modelos convivan. Creemos que el apoyo decidido de una coalición de estados, organizaciones internacionales y capital privado a ejercicios de simulación de funcionamiento de modelos alternativos de innovación para enfermedades como el cáncer podría ser un paso importante.
P. ¿Qué opina de la propuesta de la Comisión Europea para modificar los Certificados Complementarios de Protección?
R. Es un primer paso para demostrar dos cosas: que sí se pueden cambiar las reglas de propiedad intelectual y que hay algunas que son excesivas.