En un contexto de pandemia, es esperable que aumente el interés de la ciudadanía por la salud. En concreto, el Eurobarómetro publicado en primavera recogía que para el 70 por ciento de los ciudadanos, la salud pública se consolidaba como una prioridad en Europa.
Teniendo en cuenta que esta situación de crisis sanitaria ha puesto de manifiesto la necesidad de contar con una mayor capacidad de previsión ante la hipotética situación de nuevas emergencias en este campo, el anuncio de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen de impulsar una ‘Unión Europea de la Salud’ (UE4Health) era prácticamente inevitable.
Durante el anuncio de la creación de este mecanismo, Von der Leyen estableció que el objetivo del mismo es “proteger la salud de todos los ciudadanos europeos”. La pandemia ha puesto de relieve la necesidad de una mayor coordinación en la UE, unos sistemas sanitarios más resilientes y una mejor preparación ante futuras crisis”.
Así las cosas, la propuesta incluye medidas encaminadas a fortalecer los sistemas sanitarios de los Estados miembros, impulsando una respuesta más coordinada a los problemas que puedan venir sobrevenidas. Todo esto, se dirige no solo a aumentar la capacidad de reacción ante futuras pandemias que puedan surgir, sino a trabajar en la prevención de enfermedades graves como el cáncer o a evitar situaciones de desabastecimientos de medicamentos y garantizar que estos estén disponibles para los pacientes.
Lecciones que aplicar
La pandemia ha dejado una serie de aprendizajes que pueden marcar el futuro de la sanidad. Una de las más repetidas, es la importancia de la colaboración. En este sentido, desde la propuesta de la Unión Europea de la Salud se expone que ha quedado patente la relevancia de la coordinación entre países para ofrecer una respuesta más sólida; pero esto no se recoge únicamente ante situaciones extraordinarias para de, desde la cooperación, abordar todos aquellos asuntos que afecten a los Estados miembro y mediante la unión de conocimiento, llegar a mejores soluciones.
En este contexto, también se apuesta por reforzar organismos implicados en este ámbito. Entre ellos, se pone especial atención al fortalecimiento del Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) y la Agencia Europea del Medicamento (EMA).
Así, en el caso del ECDC, la intención es mejorar la vigilancia epidemiológica -cuya importancia se ha puesto más de relieve que nunca en los últimos meses-, pero también, actuar sobre otros ámbitos más a nivel general como la planificación, presentación de informes o la capacidad de movilización.
Por otra parte, volviendo al concepto de colaboración, se recoge la necesidad de crear una red de laboratorios de referencia y una red centralizada para la gestión de sustancias de origen humano.
Las medidas de refuerzo de la EMA se dividen en dos áreas principales. La primera, la investigación; aquí se insta a aumentar las capacidades de asesoramiento científico de la agencias y a coordinar los estudios sobre vacunas y tratamientos. El segundo aspecto es el relativo a la garantía de suministros, investigando los posibles riesgos de escasez de medicamentos para anticiparse y hallar fórmulas para evitar desabastecimientos de fármacos y otros productos sanitarios.
Necesidades de la UE
Una vez sentadas las bases, lo importante es actuar.
En la propuesta de presupuestos de la UE para 2022 se contemplan las asignaciones dentro del programa UE4Health.
A pesar de su objetivo específico de lograr una sanidad más resiliente, no se desatienden otros aspectos como la senda hacia una Europa más verde y digital. En concreto, la iniciativa estará dotada de 839,7 millones de euros en el próximo ejercicio, con la misión de establecer mecanismos que contribuyan a ofrecer una respuesta integral a las necesidades sanitarias de los ciudadanos europeos.
Ahora, con el plan sobre la mesa y los fondos asignados, queda el último paso: trabajar desde las instituciones europeas para consolidar el programa. Y para ello, todos los agentes involucrados deberán hacer gala de la unión y el consenso mostrados en los meses más duros de la pandemia, para llegar a puntos en común que trasladen a la realidad las propuestas plasmadas en el papel.