“El mundo se está quedando sin antibióticos” es el mensaje con el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha puesto el foco en la falta de nuevos antibióticos en fase de desarrollo, que permitan combatir la creciente amenaza de la resistencia a los antimicrobianos. La preocupación por luchar contra las bacterias resistentes, se apoya en el último informe publicado por la OMS, con datos desalentadores.
La mayoría de los fármacos que se están desarrollando son modificaciones de clases de antibióticos ya existentes y que se limitan a soluciones a corto plazo. De hecho la OMS critica las pocas opciones terapéuticas existentes para las infecciones que la organización considera más peligrosas para la salud. Entre estas se incluye la tuberculosis farmacorresistente, que deja más de 250.000 muertes a su paso cada año.
Además, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha alertado de la escasez de recursos financieros destinados a investigación. Así, señaló que “la resistencia a los antimicrobianos es una emergencia para la salud mundial que comprometerá gravemente el avance de la medicina moderna. Hay una necesidad urgente de aumentar la inversión en investigación y desarrollo para luchar con las infecciones resistentes a los antibióticos, entre ellas la tuberculosis. De otro modo, volveremos a los tiempos en que la gente temía contraer infecciones habituales y ponía en riesgo su vida si se sometía a intervenciones quirúrgicas sencillas”.
La OMS ha identificado 12 clases de patógenos prioritarios que cada vez son más resistentes a los antibióticos actuales y que demandan nuevos tratamientos de forma inminente. El informe menciona 51 nuevos antibióticos y biofármacos en desarrollo clínico que se podrían utilizar para tratar infecciones causadas por los patógenos resistentes a los antibióticos más prioritarios. Sin embargo, solo ocho de estas moléculas con potencial terapéutico han sido clasificadas por la OMS como tratamientos innovadores que ofrecerán alternativas válidas al actual arsenal de antibióticos.
Entre otras, hay una grave falta de opciones terapéuticas para Mycobacterium tuberculosis multirresistente y ultrarresistente y contra bacterias gramnegativas, entre ellas enterobacterias (comoKlebsiella y E. coli) y Acinetobacter, que pueden causar infecciones graves a menudo hasta mortales– y son especialmente peligrosas en centros hospitalarios y en residencias de ancianos.
Los especialistas VIP
El informe de la OMS destaca la necesidad de enfocar la lucha contra las resistencias al un mejor uso de los antibióticos. En esa tarea, farmacéuticos, microbiólogos clínicos y especialistas en enfermedades infecciosas tienen que trabajar codo con codo, como recoge el reciente Plan europeo contra las resistencias antimicrobianas. Por ello, el reconocimiento de los especialistas está íntimamente ligado al problema, como destaca José Miguel Cisneros, presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc). Para Cisneros “en esta vía de conseguir que los antibióticos nos duren lo máximo posible es imprescindible la formación y además el reconocimiento de la especialidad,” recuerda.
En ese sentido, “los programas de optimización de antibióticos (PROA) deben ser incorporados a la realidad de los hospitales y de atención primaria”, apunta. De hecho SEIMC en colaboración con la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), iniciará la semana que viene un ciclo de formación con la triple visión del farmacéutico, el infectólogo y el microbiólogo. Cisneros recuerda que dos de estos especialistas sí están reconocidos al contrario de lo que sucede con la especialidad de enfermedades infecciosas.