Sonia Tamames, DG de Salud Pública de Castilla y León, durante su toma de posesión.

El Global ha podido entrevistar a la directora general de Salud Pública de Castilla y León, Sonia Tamames. En el cargo desde diciembre de 2021, cuando la Consejería de Sanidad de la comunidad autónoma pasó a manos del Partido Popular, asumió la responsabilidad de poner en valor una parcela en boga desde que la COVID pusiera en primera línea su valor.

Desde su designación, en primera instancia, tras un Consejo de Gobierno extraordinario, Tamames se ha mantenido en el equipo del consejero castellanoleonés, Alejandro Vázquez. Ahora, analiza para esta publicación el paradigma ante el que camina este importante área de la sanidad.

Pregunta. Recientemente se ha actualizado el calendario nacional de vacunación para 2023. ¿Qué opinión le merece el nuevo documento? ¿Lo mejoraría de alguna forma?

Respuesta. El calendario común de vacunación a lo largo de toda la vida para 2023 es uno de los más completos y actualizados que ha aprobado este órgano en los últimos años. Pero lo verdaderamente mejorable no es el calendario en sí mismo, sino el proceso que conduce a su elaboración y aprobación. En los países de nuestro entorno hay diferentes modelos de toma de decisiones sobre los que podríamos debatir para mejorar nuestra capacidad y liderazgo como autoridades sanitarias. Por ejemplo, en Alemania está separada la recomendación de la financiación, de tal manera que una vacuna puede estar recomendada por las autoridades sanitarias y no financiada por el sistema de salud. Similar sería la situación de EE. UU., donde existe un órgano que emite unas recomendaciones y las aseguradoras médicas, mayoritariamente privadas, las incluyen o no en las prestaciones que ofrecen a sus clientes.

En mi opinión este sistema no es deseable salvo por la absoluta transparencia de sus deliberaciones que son retransmitidas por YouTube, pero es mejor que la situación actual en España, que es perversa. Así, toda vacunación cuyo coste no puede ser asumido por las Administraciones competentes se considera por estas como “no recomendada” cuando podría calificarse de “recomendada no financiada” o al menos “no evaluada”.

«Lo verdaderamente mejorable no es el calendario en sí mismo, sino el proceso que conduce a su elaboración y aprobación»

Otro sistema de toma de decisiones, a mí forma de ver más acorde a la filosofía del Sistema Nacional de Salud (SNS), sería el modelo británico. En este modelo existe también un comité, del que forman parte profesionales independientes de reconocido prestigio y diferentes campos de experiencia. La evaluación que realizan para la inclusión de políticas de vacunación e inmunización incluye unos estándares predefinidos y sus decisiones son vinculantes para el NHS, el equivalente a nuestro SNS. Es decir, si una política de inmunización se considera favorable, el sistema de salud debe ofrecerla a la población de forma inmediata.

Probablemente, el sistema óptimo debería incluir la transparencia estadounidense, un comité cuya membresía se obtuviera por procesos selectivos basados en los principios de igualdad, mérito y capacidad y durante periodos de tiempo limitados, con criterios de evaluación de carácter exclusivamente técnico y previamente definidos hasta el detalle de los estándares, con dotación para realizar análisis profundos más allá de meras revisiones bibliográficas y para tomar decisiones oportunas en tiempo y forma, acordes a la innovación farmacéutica y a las necesidades de salud de la población, y por supuesto, de carácter vinculante para el SNS.

P. ¿Qué medidas van a poner en marcha para mejorar las coberturas de vacunación en la población adulta sana y con patologías de riesgo?

R. La vacunación en población adulta tiene varias peculiaridades que la separan de la vacunación infantil y que convierten las políticas de salud pública en un reto. Para empezar, los niños no participan en la decisión sobre si practican o no determinadas actividades preventivas. Las autoridades y los profesionales sanitarios recomendamos unas actuaciones y los padres las siguen generalmente con una adherencia ejemplar. Los adolescentes ya comienzan a tomar partido en las decisiones sobre su propia salud y lo notamos: las coberturas en las vacunas que se administran a los 12 y 14 años son menores.

El adulto sano o con patologías crónicas bien controladas, especialmente por debajo de 70 años, tiene muy baja percepción de riesgo. Sin embargo, los datos nos dejan claro que el riesgo de gripe grave tiene un punto de inflexión a los 60 años, o que la neumonía y el herpes zóster se disparan a partir de los 65 años. Una razón adicional para comenzar a vacunarse cuando todavía estamos jóvenes y sanos es que las vacunas entrenan a nuestro sistema inmunitario, que será mucho más receptivo estando en plenitud que cuando ya haya comenzado el deterioro. Por eso hay que trabajar en la idea de la vacunación como una inversión para un envejecimiento saludable.

P. La vacunación COVID-19 sigue siendo una prioridad. ¿Debe el Gobierno central apostar por una política vacunal diversa o, por contra, acometer una más restrictiva?

R. Sin duda, las vacunas de ARN mensajero llegaron en un tiempo récord en cantidad suficiente para inmunizar prácticamente a toda la población y antes de la aparición de la variante ómicron que redujo significativamente la patogenicidad del virus. Gracias a ellas se han evitado innumerables fallecimientos, hospitalizaciones, retrasos en la atención a otras patologías por sobrecarga del sistema sanitario, han hecho innecesarias las restricciones de la vida social y familiar que se impusieron durante 2020. Pero que fueran las primeras no significa que sean las únicas y tampoco necesariamente que sean las mejores en todos los ámbitos.

Actualmente disponemos ya de vacunas proteicas adyuvadas autorizadas y comercializadas en la Unión Europea que pueden cubrir al menos la vacunación de personas que no puedan, o simplemente no quieran, recibir vacunas de ARNm. Estas vacunas, por analogía con otras vacunas de este tipo, podrían llegar a mostrarse superiores en proteger frente a diferentes variantes de las incluidas en su composición o mejorar la reactogenicidad. Esto son hipótesis, pero la diversificación del mercado es fundamental para que cada producto demuestre su potencial.

“Para un desarrollo potencial de vacunas esterilizantes de interés para la industria, es bueno que se mantenga un mercado diverso”

Para frenar epidemias se necesita la denominada “inmunidad esterilizante”, por lo que para que el desarrollo de vacunas potencialmente esterilizantes sea de interés para la industria, es bueno que se mantenga un mercado diverso, ya que a cualquier compañía le resultará más atractivo ese escenario que un supuesto oligopolio del ARNm.

P. Las resistencias antibióticas son observadas de cerca como una ‘nueva pandemia’. ¿Cómo se puede incentivar la producción para evitar desabastecimientos para combatirlas?

R. Las resistencias a los antibióticos no son nuevas y pueden dejar a la humanidad en un lugar muy comprometido en un plazo breve de tiempo, pero afortunadamente todos los agentes implicados han tomado conciencia de ello. Es un problema que nos debe alinear a profesionales de la salud humana, de la salud animal y de la conservación del medioambiente, y de hecho la lucha contra la resistencia antibiótica ha sido el mayor exponente de aplicación de la política “One Health” o “Una Salud”, que promueve abordajes integrales de los grandes problemas de salud que son la única garantía de éxito.

Es necesario buscar fórmulas para que la industria considere de interés el desarrollo de nuevas herramientas frente a las infecciones. La pandemia por COVID-19 nos ha hecho ver que el potencial de investigación y desarrollo (I+D) está en la industria privada y que ese potencial se desarrolla en tiempo récord cuando aparece un claro nicho de mercado, como ha sucedido con las vacunas de ARNm. Otra enseñanza de la pandemia ha sido que las enfermedades no sólo tienen un coste directo en la salud y los sistemas sanitarios, sino que alteran negativamente la actividad económica y social.

«Es necesario buscar fórmulas para que la industria considere de interés el desarrollo de nuevas herramientas frente a las infecciones»

Con estas lecciones en mente podemos valorar diferentes alternativas que tendrán que ser en todo caso negociadas entre las industrias y los gobiernos y contar con los mecanismos de revisión para que los acuerdos no se perviertan y den respuesta a los intereses de todas las partes.

R. Precisamente, desde Europa se han venido proponiendo diferentes modelos para estimular su desarrollo, como el pago de ‘fee’ mensual o la extensión de patente…

Entre los propuestos, el llamado “modelo Netflix” podría ser el más apropiado para los sistemas de salud ya que pondera el pago a la industria en función del valor que aporta la disponibilidad de herramientas de última línea y ese valor tendrá que venir determinado por la carga de enfermedad potencialmente evitable si en lugar de reservarse a la última línea se emplease de primera intención. Por poner un ejemplo, los pacientes inmunodeprimidos son más propensos y más vulnerables a las infecciones multirresistentes, por lo que un antibiótico de última línea contraindicado en trasplantados renales tendrá mucho menor valor que uno que pueda usarse en estos pacientes. Ajustar la compensación a la industria mediante extensión de patentes es más complicado y puede perjudicar a biotecnológicas emergentes, mientras que un pago periódico por opción de uso (suscripción) es mucho más versátil.

Tampoco debemos olvidar otros abordajes para disminuir la carga de enfermedad de las infecciones, algunos de los cuales son conocidos como el empleo de fagos (un tipo de virus que afectan específicamente a virus y bacterias), el desarrollo de nuevas vacunas y la mejora de las coberturas de las existentes o las mejoras de carácter higiénico en general.


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