Sanidad y defensa: una misma frontera en la estrategia europea

La defensa y la sanidad no son compartimentos estancos: son parte del ecosistema de seguridad europeo

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Este año 2025 se recordará, entre otras cosas, por ser el año de la conciencia de la necesidad de una defensa europea, algo que habíamos dejado desde la II Guerra Mundial en manos de Estados Unidos. La UE debe ocuparse ahora de su defensa. Se trata de un cambio que mueve los cimientos económicos y políticos de la UE, y la sanidad no puede estar al margen.

Comisión europea

La línea que separa la sanidad de la defensa se ha vuelto cada vez más difusa. Las amenazas ya no se presentan exclusivamente en forma de conflictos militares convencionales: hoy también lo hacen en forma de virus desconocidos, cadenas de suministro farmacéuticas frágiles, proveedores poco fiables, ciberataques dirigidos a hospitales o tensiones geopolíticas que comprometen el acceso a medicamentos esenciales. Y Europa ha tomado nota.

El Programa de Trabajo de la Comisión Europea para 2025 marca un punto de inflexión. Por primera vez, se incluye de forma explícita la necesidad de una Unión preparada, capaz de anticipar, prevenir y responder de forma autónoma a todo tipo de crisis, incluyendo aquellas de naturaleza biológica, sanitaria o híbrida.

“La sanidad ya no es vista exclusivamente como un servicio público, sino también como una infraestructura crítica

En ese marco, se refuerza la llamada Preparedness Union Strategy, con medidas que van desde el almacenamiento estratégico de medicamentos y equipos hasta la protección digital de los sistemas de salud frente a amenazas externas.

Esto supone un cambio cultural importante. La sanidad ya no es vista exclusivamente como un servicio público, sino también como una infraestructura crítica. Y no solo por su capacidad asistencial, sino por su papel estructural en la seguridad nacional y europea. Desde esa óptica, reforzar el sistema sanitario se convierte en una inversión en defensa. Una inversión en soberanía.

Con esa visión, Fundamed ha convocado un foro plural en el que abordaremos, con altura técnica y sin filtros ideológicos, los ejes sobre los que debe asentarse la resiliencia del sistema sanitario español en el contexto europeo actual.

La sanidad y su papel

En primer lugar, el ministerio de sanidad diseña la perspectiva institucional sobre los avances —y los desafíos— de la planificación sanitaria ante amenazas complejas. Porque ningún sistema es resiliente si no tiene una estrategia clara de gobernanza, coordinación y respuesta.

La industria farmacéutica, por su parte, tiene también un papel clave en el debate. La Comisión Europea lo ha dicho sin rodeos: Europa debe reducir su dependencia en principios activos, medicamentos y tecnologías biomédicas estratégicas. Relocalizar capacidad industrial, impulsar la innovación con impacto y garantizar el acceso a terapias críticas no es solo una cuestión económica: es un imperativo de autonomía estratégica.

A ello se suma la logística del medicamento, representada por la distribución farmacéutica, que fueron esenciales durante la pandemia y lo serán en cualquier crisis futura. El acceso a fármacos no depende solo de su producción, sino también de su distribución segura y eficiente. La logística sanitaria es la columna vertebral silenciosa de cualquier respuesta nacional.

Pero si hablamos de resiliencia, no podemos olvidar a quienes sostienen el sistema cada día: los profesionales sanitarios. Su bienestar, su protección jurídica y su soporte emocional son condiciones necesarias para un sistema capaz de resistir presiones prolongadas. Por eso, contar con la visión de los sanitarios, es más que oportuno. Es preciso que médicos, enfermeros y farmacéuticos, hombres y mujeres, puedan ejercer su práctica con seguridad y confianza, incluso en los escenarios más adversos.

“La defensa y la sanidad no son compartimentos estancos: son parte del ecosistema de seguridad europeo

Al integrar estos cuatro actores —administración, industria, logística y profesión— se obtiene una mirada integral sobre cómo blindar nuestro sistema de salud. Porque la defensa y la sanidad no son compartimentos estancos: son parte del ecosistema de seguridad europeo, y como tal, deben planificarse, protegerse e integrarse en las estrategias de Estado.

Hoy más que nunca, la salud es defensa. Y construir un sistema sanitario resiliente no es solo una cuestión de recursos: es una cuestión de visión, de coordinación y de voluntad política.