El anuncio del Ministerio de Ciencia de crear una empresa público privada de terapias avanzadas es una decisión acertada a la vista de cómo se ha planteado. Desde estas líneas hace escasos tres meses se explicaban las razones por las que no parecía una buena idea crear una empresa farmacéutica pública en nuestro país.
Programa electoral
La idea había sido contemplada en el programa electoral primero de Podemos y luego de Sumar. Dicha propuesta se ha ido matizando en el pasado con declaraciones de líderes del partido morado de hace una legislatura. Su portavoz de sanidad desarrollaba la idea en una línea errónea, por lo poco razonada y menos soportada como idea empresarial. Básicamente, la creencia de que una compañía farmacéutica podía germinar desde las fábricas de producción del ejército, con la aparición repentina de nuevas moléculas innovadoras y, por supuesto, a precios bajos que hicieran esta farmacéutica popular, aunque insostenible. Faltaba explicarlo con detalle, sin duda.
Por supuesto, la espera de 8 a 10 años para obtener una primera molécula innovadora, tras una cuantiosa inversión de más de 1.000 millones de euros, se hacia compleja de entender. No parecía que la idea original estuviera planteada desde el conocimiento profundo de la dinámica empresarial, sino de la ocurrencia ideal de propuesta de una empresa farmacéutica dedicada a la innovación a precios bajos.
Si la opción de empresa pública, sin detallar en el programa electoral, fuera crear una gran empresa de genéricos, se entendía aún menos. En el intento de ser rentable, dicha compañía chocaría con los escasos precios y márgenes con los que los genéricos cuentan en España. Si añadimos la competencia con fabricantes extracomunitarios, con una estructura de costes y fabricación baja, eso expulsa a las empresas europeas del mercado. Opción tampoco viable.
Fórmula viable
Pero se ha desvelado una fórmula viable y razonable de aprovechar las fortalezas de nuestro sistema sanitario público con la capacidad de compañías nacionales. La fórmula la ha auspiciado el Ministerio de Ciencia, a través del CDTI, con el anuncio de una compañía público-privada que contará con un 49% de inversión pública y un 51% de privada, estando ROVI en el capital junto a Insud Pharma.
La iniciativa se enmarca dentro del PERTE para la Salud de Vanguardia con fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. La inversión total de los accionistas será de 74 millones de euros.
Terapias avanzadas
Resulta más realista este modelo de empresa que no tiene nada que ver con lo planteado inicialmente en el programa de Podemos. Sumar ha tratado de cuadrar asi una promesa que debía hacerse plausible y parece que lo ha conseguido con ayuda del Ministerio de Ciencia.
España puede aportar capacidad innovadora desde unidades y centros hospitalarios que trabajan con terapias génicas, pero es preciso dimensionar nuestras capacidades. La búsqueda de nichos, que es la mejor opción, choca de lleno con la rentabilidad necesaria. Nadie quiere una compañía que no sea rentable, porque eso la abocaría al fracaso. Por eso resultará básico acometer proyectos con bajo riesgo y beneficiarse de los incentivos de dedicar esfuerzos a enfermedades poco frecuentes, incentivos que facilitan se invierta por parte de las compañías en general.
El Gobierno ha conseguido materializar una idea planteada con ligereza en un programa electoral. Quizás las personas que la platearon carecían del conocimiento para dimensionar la propuesta y hacerla posible. Sin embargo, desde el Gobierno de España han sido capaces de unir el PERTE, la capacidad de nuestro sistema sanitario público, una inversión razonable y el apoyo de compañías privadas, siendo ROVI una garantía de seriedad y capacidad.
Pero no debemos engañarnos con las posibilidades de una empresa que contará con una inversión limitada. Quizás en un futuro, si tiene éxito esta nueva empresa, pueda seguir alcanzando alianzas con empresas que aporten internacionalización y crecimiento, si superan los complejos comienzos de cualquier aventura empresarial que lleva el riesgo asociado.