Durante los dieciséis años que Enrique Sánchez de León presidió Fundamed, tuve el honor de compartir con él numerosos actos e iniciativas como vicepresidente de la Fundación.
Sin duda, como ministro de sanidad y seguridad social estuvo al frente de la modernización de la sanidad y de cambios que la democracia nos traía en un periodo clave en la historia de España que le tocó vivir.
Tras su paso por el Gobierno de Adolfo Suárez presidió Campsa, que contaba con el monopolio del Estado de los hicrocarburos, absorbida en sus activos por Repsol más adelante al llegar la liberalización de la energía.
Pero más allá de los títulos, Enrique fue una voz brillante y serena, un comunicador extraordinario, un observador agudo de la política sanitaria y un verdadero humanista, siempre dispuesto a compartir sus reflexiones con una ironía fina que desarmaba tensiones y revela el conocimiento de los que hablan por propia experiencia.
Enrique fue el primer ministro de Sanidad de la democracia, y como tal, un pionero. Su figura fue homenajeada en su último acto en 2019 como presidente de Fundamed por otra gran ministra, Ana Pastor, quien pronunció una frase que resume su legado con justicia: “Sin ser sanitario, ha sido uno de los mejores ministros de Sanidad”. Que esta valoración provenga de una de las ministras más respetadas por la profundidad y calado de las reformas que impulsó en apenas dos años, da aún más peso a sus palabras.
Siempre recordaré una de sus frases, tan suya, dicha con su inconfundible media sonrisa: “No sé si he sido suficientemente poco claro como para que no se entienda nada”. Una broma inteligente, que decía mucho de su estilo: Enrique era claridad envuelta en ironía, humildad vestida de experiencia, convicción siempre acompañada de respeto hacia todas las opciones políticas.
Como ministro de Sanidad y Seguridad Social tiene el mérito de haber sido una pieza clave de la transición a la democracia y de la modernización de la sanidad.
Enrique no solo hizo historia, también la interpretó con brillantez. Con él aprendimos que el diálogo entre la política, la sanidad y la ciudadanía podía tener profundidad sin perder humanidad. Su libro de título “Esos impertinentes reformistas de la transición” cuenta en primera persona esos momentos clave en la historia de España.
Quienes dejan huella en lo que hacen no se van del todo. Enrique Sánchez de León nos deja una forma de entender la sanidad y la política con rigor, humanidad y sentido del deber.