Cuando se trata de ofrecer una visión sobre el mismo hecho, el signo político aplica su visión de partido y puede desconectar su percepción de la realidad e incluso del bien común.
Que la Ley de Farmacia en trámite de la Comunidad de Madrid es una buena ley sólo le es ajeno a la crítica habitual de la oposición política. Pero se trata de una crítica esperada aunque no se ajusta a la realidad de los afectados, pacientes y farmacias, entre otros.
Revisiones, reuniones y alegaciones
Nunca he pensado que fuera un problema que un texto se revisara de forma profunda, con distintos interlocutores afectados, durante un largo tiempo y asegurando que los textos cumplieran todos los requisitos de la abogacía del Estado.
Porque, como ha ocurrido recientemente con el rechazo de las Leyes no redactadas de manera adecuada o que contaban con fuerte oposición, éstas son devueltas o paralizadas, lo que es una pérdida de tiempo y echa por tierra las expectativas de un nuevo reglamento que trata de mejorar la vida de las personas.
Pero el caso es que cuando las cosas se hacen bien y con el celo preciso, el resultado es más probable que sea el esperado.
La Ley de Farmacia de Madrid avanza con muchas de las premisas y apoyos consolidados en estos meses, como explica Elena Mantilla en una entrevista a EG. Desde la oposición en la Asamblea de Madrid le pondrán defectos por el mero hecho de ser oposición.
Sin embargo, deberían preguntar los críticos a los afectados (los pacientes y usuarios) y a los farmacéuticos y farmacéuticas. Porque verán el sentir de una gran mayoría con una ley tan necesaria como compleja de acometer.
En palabras de Elena Mantilla, Directora General de Inspección y Ordenación sanitaria, la ley “da respuesta a las necesidades del sector y de la sociedad”.
Esfuerzo personal
Quizás un “defecto” (que es una virtud con alto coste personal) del trabajo de la directora tiene que ver con el esfuerzo y la entrega que le ha supuesto esta ley. Porque nada que merece la pena se consigue sin poner todo el esfuerzo y la perseverancia del que uno es capaz. Y Elena Mantilla lo ha hecho con creces. Y con un único propósito: hacer lo correcto, lo necesario y lo útil a la sociedad y a los pacientes.
Una ley (en trámite) ahora poderosa
Cuando arreciaban las críticas, antes de que la Ley se hiciera grande y poderosa en su camino, quizás fue la etapa más dura. Pero las críticas sin fundamento, o las valoraciones sin rigor ni justicia, caen por su propio peso. Porque nada prevalece más que lo que es justo a los ojos de los que miran con un verdadero interés en el bien común.
Por eso, el trabajo no acabará con la aprobación de la Ley. Será necesario el desarrollo habitual reglamentario que definirá y perfilará la norma que tanto se necesita. ¿O alguien creía que todo debería estar tan claro que no fuera preciso hacer nada más?
El desarrollo del texto es la consecuencia natural tras la futura aprobación de la Ley de Farmacia, y lo que perfilará (en lo necesario) el reglamento entrando en detalles que el texto incluye ahora de la forma conveniente.
En este sentido está jugando un papel muy especial y favorable de diálogo en estas semanas, un diálogo que el nuevo equipo del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, con su presidente Manuel Martínez al frente, prometió al sector.