El pasado martes tuvo lugar en Barcelona el Health Revolution Congress, organizado de forma muy exitosa por Barcelona Health Hub. Fue un encuentro intenso y extenso en el cual Barcelona, como hub tecnológico ya indiscutible, fue el punto de encuentro de empresas farmacéuticas, inversores, startups del ámbito de salud digital, y agentes de los sistemas públicos de salud. La agenda de la jornada giró en torno al impacto de la tecnología, la digitalización, y la inteligencia artificial en el mundo de la salud.
Es indiscutible que los sistemas de salud están bajo una presión creciente, por factores diversos, entre ellos el incremento de gasto público, el envejecimiento de la población, y la falta de profesionales sanitarios. Es por tanto una prioridad para todos los agentes, públicos y privados, buscar mecanismos que aseguren su sostenibilidad y eviten el colapso. La protección de la salud es un pilar de nuestra sociedad, y en consecuencia una de las mayores responsabilidades de los Gobiernos y las administraciones públicas.
En este contexto, la buena noticia es que la tecnología, en su sentido más extenso, tiene un impacto positivo extraordinario aplicada a la gestión de la salud, contribuyendo a la optimización de la atención médica, a mayor bienestar para los enfermos, a mejores y más rápidos diagnósticos, y a una mayor eficacia y mejor seguimiento de los tratamientos.
Según se desprende del Informe “Impacto socioeconómico del Sector Digital en Catalunya” elaborado por la Cámara de Comercio de Barcelona y Barcelona Health Hub, solamente en esta comunidad autónoma la implantación de la inteligencia artificial en la gestión del sistema de salud podría llegar a ahorrar 3000 millones de Euros y salvar 6700 vidas cada año.
Además, la tecnología aplicada a la salud tiene un impacto directo en la economía, no solo en términos de ahorro del gasto, sino también en crecimiento del PIB y creación de ocupación, y en mejora de las condiciones laborales de los profesionales.
Estamos sin duda en un momento de gran oportunidad, y la cantidad de soluciones innovadoras que se compartieron en una jornada como la del martes nos permite ser muy optimistas y visualizar una transformación quizás revolucionaria del cuidado de la salud y mejora de la eficiencia en su gestión. Sin embargo, existen todavía barreras importantes sobre las que hay que trabajar conjuntamente para que todo ello sea una realidad y empiece a dar resultados.
Una de ellas, sin duda, es la de procurar un marco legal moderno, flexible y adaptado a esta nueva realidad. Es imprescindible que la Administración y los poderes públicos aseguren que las leyes que regulan las relaciones público-privadas (me refiero claramente a los esquemas de colaboración y a la compra publica), sean uno de los motores que permitan la implantación de la tecnología en salud. Necesitamos una regulación que permita a las compañías dedicadas al ámbito de la salud trabajar juntas en ofrecer soluciones innovadoras. Si entre todos somos capaces de poner la innovación al servicio de la mejora de los sistemas públicos, todos ganamos.
Es un trabajo urgente e importante donde los juristas tenemos mucho que aportar. Es una gran oportunidad, y una obligación también, ponernos a trabajar en ello.