Decía el economista y filósofo inglés John Stuart Mill que ningún problema económico tiene una solución puramente económica. Y es que, si los países quieren esquivar la más que predecible crisis económica deberán mirar más allá de la economía, identificando los sectores estratégicos y desarrollando planes que ayuden a que estos dispongan de estabilidad y de incentivos (no necesariamente económicos) para fomentar su crecimiento.

Un ejemplo de sector estratégico es, sin duda, el farmacéutico. Este mantiene su peso en la economía del país (en la que ejerce un efecto impulsor y dinamizador) y no ha sufrido la merma de empleos que ha afectado a otros sectores como el industrial en lo que va de siglo, sobre todo a causa de la crisis financiera de 2008. Son dos de las principales conclusiones del informe ‘El sector farmacéutico en la economía española: contribución al PIB, al empleo y a los ingresos fiscales’, elaborado por la UPF Barcelona School of Management.

Es esencial establecer estrategias bien definidas para potenciar la industria farmacéutica nacional

De acuerdo con este estudio, la producción del sector farmacéutico español genera 34.303 millones de euros, un VAB de 16.930 millones de euros y un total de 204.463 empleos equivalentes a tiempo completo. En 2019, el peso del sector en el PIB era del 0,61 por ciento. En concreto, en términos de empleo, el sector destaca en especial por la calidad: más de 94 por ciento son empleos indefinidos; más del 62 por ciento son titulados universitarios; más de la mitad son mujeres, y casi uno de cada tres nuevos puestos de trabajo los ocupan personas menores de 29 años.

Destaca también el liderazgo de las compañías farmacéuticas en I+D, donde suman el 19 por ciento del total de la inversión que en este capítulo hace toda la industria en España. En tareas de investigación y desarrollo, la industria farmacéutica emplea en nuestro país a más de 5.000 personas, según datos de Farmaindustria.

Estos números no hacen más que demostrar que el farmacéutico es un sector completamente estratégico para España. Pero, para que este crecimiento siga produciéndose, es necesario que las autoridades sean conscientes de esta aportacion, del valor que supone. Será clave establecer medidas que incentiven la I+D, que favorezcan la llegada de inversiones, que apuesten por el acceso y que conviertan a España en un país atractivo.