Colaboración. Una palabra repetida miles de veces, pero que no acaba de materializarse en ciertas situaciones que bien requieren cooperación y trabajo conjunto. Es el caso de los profesionales sanitarios en general y de los farmacéuticos comunitarios y médicos de familia en particular.
Y es que la evidencia apunta que las intervenciones en las que el farmacéutico comunitario colabora con el médico de AP son coste-efectivas y mejoran la calidad de vida de los pacientes, tal y como expuso Ana Isabel Sánchez, farmacéutica comunitaria y miembro del grupo de investigación de atención farmacéutica de la Universidad de Granada, en conversaciones con EG. Además, agregó que esta práctica profesional colaborativa entre ambos profesionales en el ámbito de la Atención Primaria “mejoraría la satisfacción de los pacientes con el sistema sanitario, los resultados en salud, la adherencia a los tratamientos y el bienestar de los pacientes”. ¿Y no es eso lo que queremos? Al final, el fin último en sanidad es dar la mejor atención a la población.
La colaboración entre ambos profesionales es imprescindible para la continuidad asistencial del paciente
Por tanto, se debería dar una vuelta de tuerca a la situación. Porque, actualmente, la colaboración entre ambos profesionales es escasa y heterogénea. Y, sin embargo, es “imprescindible para la continuidad asistencial del paciente”, remarcó Lourdes Martínez-Berganza, vicepresidenta 2ª de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
Así, hay que atajar la raíz del problema, que residen en que no se han implantado de forma generalizada en España sistemas de comunicación interprofesional, dificultando esto la transmisión de la información entre profesionales sanitarios. Precisamente, los farmacéuticos comunitarios actualmente no pueden informar de manera rápida, eficiente, automatizada y generalizada sobre la necesidad de activar una nueva medicación y desactivar la anterior, ni pueden alertar de la falta de adherencia del paciente. Algo que puede derivar en la acumulación de tratamientos o a la duplicidad de pruebas.
Así, los profesionales reclaman un “canal bidireccional” donde puedan consultar y comunicar aspectos de la salud del paciente y de su tratamiento farmacológico. Sería ideal establecer un circuito de comunicación entre médicos de AP y farmacéuticos comunitarios, ya que su único instrumento es la receta electrónica y es unidireccional, no pueden responderse.