Asegurar que 446 millones de persona puedan vacunarse contra la COVID-19 es seguramente uno de los mayores retos en materia sanitaria que esté afrontando la Unión Europea. Un desafío histórico que, por tanto, requiere de medidas históricas y de la colaboración de todos los agentes, tanto públicos como privados. Y precisamente ese es el camino que (con sus más y sus menos) ha decidido adoptar la Unión Europea. Esta semana, el Parlamento Europeo citó a todas las compañías investigadoras y productoras de vacunas para afrontar el suministro y conocer de primera mano las dificultades y retos que supone para estas el poder aumentar sus capacidades de producción para asegurar las dosis para todos los países.

Todas ellas mostraron las dificultades que presenta la producción de vacunas a gran escala y como solo la colaboración y confianza mutua entre agentes conseguirá que todos los ciudadanos puedan tener acceso a la mista. El principal problema es el tiempo, según las compañías. La producción es limitada y no puede asegurarse una cobertura total en semanas, pues la producción de vacunas es compleja y presenta numerosos desafíos. Sin embargo, todas ellas se mostraron convencidas en que en los próximos meses conseguirán aumentar su capacidad de producción y que, por supuesto, podrán cumplir con los contratos establecidos con la Unión Europea.

Las compañías mostraron las dificultades que presenta la producción de vacunas a gran escala y como solo la colaboración entre agentes conseguirá asegurar el acceso

“Mientras el producto se está desarrollando, hay que invertir dinero en incrementar la capacidad de producción. Esto es un cuello de botella. No había una fabricación a gran escala de ARNm antes de 2020 y, desde luego, también necesitamos material y equipos para aumentar esa capacidad”, aseguraba el responsable de la compañía CureVac durante su intervención. Quizás el error de la UE ha sido el intentar simplificar algo tan complejo. No se trata de asegurar el suministro de fármacos químicos, se trata de productos biológicos con una alta complejidad.

Seguramente este encuentro ha marcado un antes y un después en las relaciones entre la Unión Europea y las compañías farmacéuticas. Por primera vez, parece que la transparencia y la capacidad de diálogo consiguen tomar el control de la pandemia que hace un año comenzó a golpear al mundo. Y en tan solo un año se debate cómo aumentar la producción de vacunas. ¿No es suficiente?


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