Lo avisó hace ya unos meses Juan Yermo, director general de Farmaindustria: la música que les llegaba a las compañías sobre la nueva Ley de los Medicamentos no era la mejor. Y lo hizo unas semanas después de la puesta de largo de un pacto fundamental para el sector, como fue la Estrategia de la Industria Farmacéutica: “Lo que conocemos -dijo Yermo en relación al primer borrador que trascendió de la nueva ley- no refleja lo pactado en la Estrategia”.
Este martes, el Consejo de Ministros aprobó en primera vuelta la nueva Ley de los Medicamentos, un documento de más de 300 páginas que salió a consulta pública el día siguiente. Para entonces, el choque entre el sector y el Ministerio ya se había hecho público y, con el paso de la semana, ha ido ‘in crescendo’, hasta el punto que el secretario de Estado de Sanidad tuvo que salir al paso el jueves por la tarde. Padilla tiró de ironía, pero aseguró que estudiarían las quejas del sector: “Son llamativas”.
En medio ha habido dos comunicados. El primero, firmado de forma conjunta por las principales asociaciones del sector, en el que clamaban contra ese nuevo sistema de precios; y el segundo, en el que Industria, Distribución y Farmacia insistieron en la misma idea. En juego hay mucho: los principales firmantes de estos comunicados advierten al Gobierno de que, si nada cambia en el redactado y articulado de la norma, el tejido industrial se verá resentido e incluso podrían comprometerse el acceso a los tratamientos por parte de los pacientes y también su seguridad.
Apenas han pasado unos días desde que vio la luz el anteproyecto y parece claro que la negociación ya está lanzada. El reto a partir de ahora es que las posturas entre el Gobierno y el sector se vayan acercando poco a poco hasta llegar a un documento común que sea beneficioso para ambas partes y, especialmente y no lo olvidemos, para el paciente, que es para quien se legisla.
Este acuerdo, seguramente, será mucho más fructífero si los miembros sentados ahora mismo en lados opuestos de la mesa, se impregnan de ese espíritu de la Estrategia de la Industria Farmacéutica y son capaces de cimentar acuerdos. La crítica del sector es más que legítima y el Ministerio tendrá que tomar nota. No es menos cierto que el texto actual también incluye aspectos positivos y muy necesarios, como puede ser el reconocimiento de la innovación incremental o la mayor flexibilidad en el cambio de forma farmacéutica.
Por todo ello, solo cabe esperar a que baje la inflamación y los principales actores involucrados en esta esperada ley sean capaces de caminar de la mano, pese a las diferencias, para que en unos meses la nueva norma pueda llegar a buen puerto y no embarranque como ya ha ocurrido otras veces.
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