Roza la perfección, pero le falta un ‘casi’. Al Plan de Adherencia al Tratamiento “más ambicioso” hasta la fecha sólo le falta una cosa para ser perfecto: transparencia.
| 2016-09-09T12:40:00+02:00 h |

Lo que ha conseguido Farmaindustria con su Plan de Adherencia al Tratamiento es un soplo de aire, un oasis en un desierto: poner de acuerdo a todos los profesionales del sector sanitario, sin excepción, no es fácil. En esta meritoria capacidad de aglutinar —¡Ya podrían tomar buena nota nuestros responsables políticos!— se apuntala en buena parte el previsible y esperado éxito de una iniciativa que puede generar grandes ahorros a un sistema sanitario que, pendiente de lo que pueda venir desde Bruselas, necesita todas las herramientas para seguir ganando en eficiencia… En buena parte, sí. Porque roza la perfección, pero le falta un ‘casi’. Al Plan de Adherencia al Tratamiento “más ambicioso” que se ha realizado hasta la fecha solo le falta una cosa, quizá, para ser perfecto: transparencia.

Igual que el impacto de una ley depende en buena medida de los reglamentos que la desarrollan, el alcance de un plan (da igual en qué ambito) viene determinado en similar cuantía por la financiación que recibe. No es baladí que sean las comunidades autónomas las que han lanzado el primer aviso. Al País Vasco, Extremadura, Cataluña y Murcia les consta que el plan de adherencia es bueno, como también les consta que difícilmente cumplirá sus expectativas sin los fondos que precisa.

Curiosamente, en términos cualitativos el Ministerio ha comparado este plan de adherencia con el de la hepatitis C. Ambicioso, histórico, único, vanguardista… Todos estos epítetos que hoy califican la iniciativa sobre adherencia terapéutica sirvieron también para presentar aquel plan, sobre cuya financiación corrieron después (y aún hoy) ríos de tinta.

Un plan sin financiación no es un plan. Como mucho es medio plan. Y no parece posible que uno de estas características se haya elaborado sin tener en cuenta una previsión de lo que va a costar. Por eso, y por otra razón, la transparencia es fundamental.

Los tiempos que corren exigen luz y taquígrafos para los gastos de la industria farmacéutica. Qué menos que dar ejemplo, máxime si hablamos de un plan que será financiado con fondos públicos, aunque éstos vengan a su vez de las aportaciones que las compañías realizan por volumen de ventas al Sistema Nacional de Salud. En un contexto de insuficiencia presupuestaria, la rendición de cuentas debe dejar de ser una frase hecha y presidir la acción de los gestores.