La industria farmacéutica innovadora es un pilar estratégico para España, combinando su impacto en la Salud Pública con un notable impulso económico y social. Este sector no solo desarrolla medicamentos que mejoran la calidad de vida de los pacientes y aumentan su esperanza de vida, sino que también dinamiza la economía mediante la creación de empleo cualificado y la atracción de inversiones en investigación biomédica.
Con una inversión anual de más de 1.400 millones de euros en I+D, y con un 96,4% de contratos indefinidos, el sector representa un modelo de estabilidad laboral y progreso tecnológico, consolidándose como un motor clave para el desarrollo sostenible del país. En términos de contribución social y económica, la industria farmacéutica genera un efecto multiplicador en el empleo, con más de 270.000 puestos de trabajo directos, indirectos e inducidos. Este dinamismo se complementa con su alta productividad y el perfil cualificado de su fuerza laboral, donde el 70% de los empleados posee titulaciones superiores, cifra que se eleva al 90% en las áreas de investigación.
La sostenibilidad medioambiental y la lucha contra el cambio climático se han convertido también en compromisos clave para la industria farmacéutica a nivel mundial y, especialmente, en España. En los últimos años, las compañías del sector han implementado medidas significativas para reducir su huella ambiental, mejorar la eficiencia energética de sus plantas de producción y fomentar prácticas sostenibles.
Estas iniciativas no solo reflejan un compromiso ético, sino también una respuesta a las crecientes expectativas sociales y regulatorias en materia ambiental. Según el informe ‘Sostenibilidad en cifras: impacto social y medioambiental de la industria farmacéutica’, elaborado por Farmaindustria, actualmente el 70% de la energía consumida en las plantas de producción de medicamentos en España proviene de fuentes renovables.
Esto ha sido posible gracias a inversiones en tecnologías más eficientes y al compromiso de las compañías con la transición energética. Como resultado, la generación de residuos en las plantas se ha reducido en un 15% en los últimos tres años, mientras que el consumo de energía por empleado ha disminuido en más de un 8% en el mismo periodo. Estas cifras son una muestra de cómo la adopción de medidas sostenibles puede tener un impacto directo en la operación de las compañías farmacéuticas y en su contribución a la lucha contra el cambio climático.