Adios, Norma Jean / Aunque nunca te conocí… Seguramente los primeros compases de la mítica Candle in the Wind, el mítico tema compuesto y reescrito por Elton John, resonarán por la cabeza de muchos en los pasillos de la Comisión Europea. La victoria del ‘no a la globalización’ ha llegado a la Casa Blanca, y con ella su primera víctima oficial. Éste es el R.I.P. del TTIP, el tratado que pudo ser y que muy posiblemente ya nunca será.
A fecha de hoy las autoridades europeas esperan. Confían en que lo único que provoque la llegada del nuevo inquilino estadounidense sea pausar las negociaciones del mayor tratado de comercio jamás negociado. Y está claro, no siempre querer es poder. Pero que Donald Trump quiere acabar con el TTIP (o el Obamatrade, como él lo llama) es un hecho. Es más, horas después de ganar las elecciones, hizo público un paquete de medidas para sus primeros cien días al frente de la Casa Blanca. Entre las medidas económicas está retirar a Estados Unidos de la negociación del TTIP. Para él, el tratado es una puerta trasera a la entrada de China, que podría unirse en unos años.
Es lógico que la victoria de Trump se convirtiera en un motivo de alegría en Bolsa para las grandes compañías farmacéuticas de Estados Unidos. La otra opción, la de Hillary Clinton, habría amenazado con implantar un cambio radical (de nuevo, no siempre querer es poder), el intento claro de ‘europeizar’ el sistema farmacéutico. No hay más que recordar cómo algún comentario de la candidata demócrata llegó a generar auténticos terremotos en los valores de algunas compañías.
Pero todavía está por ver si el proteccionismo, ese traje a medida que quiere confeccionar el nuevo presidente, le sentará bien a la industria farmacéutica, un actor que se desenvuelve en un entorno global.
Ciertamente había en el TTIP áreas grises que difícilmente podrían haber convencido nunca a la sociedad civil o a las organizaciones en defensa de la sanidad pública. Para ellas, el R.I.P. del TTIP será muy diferente y se convertirá en motivo de celebración. Pero no hay que olvidar todo lo que se pierde para el sector: una mayor compatibilidad entre los regímenes reguladores de ambas zonas, que podría incrementar la eficiencia y agilizar el proceso de revisión de medicamentos, lo que redundaría en un acceso más rápido a las innovaciones.