La COVID-19 ha puesto al límite a los sistemas sanitarios de todo el mundo. Lo hizo en la primera ola y lo está haciendo en esta tercera. Una saturación que pone en jaque la asistencia sanitaria a millones de pacientes. Porque no todo es COVID-19, y el impacto que esta pandemia está teniendo en enfermedades como el cáncer es evidente. Precisamente la revista The Lancet publicaba hace unos días una editorial donde aseguraba que el retraso de un mes en la atención oncológica provocaría un aumento en la mortalidad de estos pacientes de entre un 4 y un 8 por ciento. Un estudio colaborativo de COVIDSurg, publicado en mayo de 2020, predijo que durante la interrupción máxima de 12 semanas de los servicios hospitalarios por COVID-19 en 2020 se cancelaron o pospusieron al menos 28 millones de operaciones electivas en todo el mundo, incluidas más de dos millones de operaciones de cáncer.
Un retraso de un mes en la atención oncológica provocaría un aumento de la mortalidad de entre el 4 y el 8 por ciento
En España, el presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Álvaro Rodríguez-Lescure, alertó de esta problemática durante la presentación del informe ‘Las cifras del cáncer en España 2021’. “La actividad diagnóstica se ha reducido porque la emergencia del COVID “se comporta como un agujero negro que absorbe recursos humanos, terapéuticos, tecnológicos y técnicos y esta situación deben revertirse”, explicaba Rodríguez-Lescure. Precisamente el último informe presentado por REDECAN y SEOM apuntaba a un significativo aumento de casos provocado por la pandemia. Y es que, señala el informe, “habrá que sumar el retraso del 21 por ciento de nuevos casos no diagnosticados durante la primera ola de la pandemia”. Y eso que tan solo se ha tenido en cuenta los primeros meses de pandemia.
Por tanto, apostar por el diagnóstico, la prevención y el tratamiento en cáncer se hace obligado. Algo que tienen claro en la Unión Europea. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, acaba de presentar el nuevo Plan Europeo contra el Cáncer. Una ambiciosa iniciativa que contará con un presupuesto de 4.000 millones de euros, y que centrará su actuación en cuatro pilares: prevención, detección precoz, diagnóstico y tratamiento y mejora de la calidad de vida. Ahora solo queda que España esté a la altura con un nuevo plan que los especialistas llevan años demandando.