Cambios de roles y retos de futuro en el siglo de los farmacéuticos

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Por Dominique Jordan, presidente de la Federación Internacional Farmacéutica (FIP).

En 2018, cuando asumí la presidencia de la Federación Internacional Farmacéutica, el organismo internacional que representa a la profesión y a más de cuatro millones de farmacéuticos comunitarios, científicos y docentes, dije que el siglo XXI sería el siglo de los farmacéuticos. Durante los primeros 21 años de este siglo, hemos visto evolucionar el papel del farmacéutico como lo ha venido haciendo en siglos anteriores, adaptándose a las nuevas exigencias a la vez que nuestra forma de vida y el escenario de la Salud cambiaba. Como era de esperar, por ejemplo, hemos visto cambiar el papel de los farmacéuticos como también resultado de los avances digitales, con la prescripción electrónica y el registro de datos que ahora se utilizan en numerosos países, incluyendo España, y con cada vez mas farmacias ofreciendo servicios online (como la telefarmacia o la monitorización por apps).

Es evidente que la salud digital se ha ido convirtiendo progresivamente en una práctica habitual. Avances como la medicina predictiva y personalizada, el reconocimiento facial y la realidad aumentada tendrán un mayor significado. En septiembre, la FIP publicó una declaración política en E-Salud, la cual no solo recomienda que los farmacéuticos sean una fuerza profesional en incorporar las herramientas digitales basadas en la evidencia en su práctica diaria, sino que, además, asuman el papel de facilitar la alfabetización digital de los pacientes.

Nuestra profesión debe estar preparada y debemos superar los grandes retos de nuestra práctica: falta de políticas y guías de orientación hacia estas habilidades, acceso a datos compartidos, sistemas interoperables y educación en salud digital.

Horizonte de la salud

A medida que nuestro modo de vida cambia, así lo hace la incidencia de las enfermedades y las necesidades de los sistemas sanitarios. Como resultado de ello, nuestra profesión tiene una gran oportunidad de ampliar su rol.

Un ejemplo es el manejo de la diabetes. Un nuevo trabajo de FIP publicado el mes pasado como parte de nuestro Programa de Transformación de la Práctica Farmacéutica sobre Enfermedades No Transmisibles pone el foco en ello; en cómo los farmacéuticos pueden prevenir el incremento previsto en la incidencia de la diabetes, que afectará a cerca de 700 millones de personas en todo el mundo antes de 2045.

Los farmacéuticos están ya llevando a cabo un papel frente a la diabetes más allá de lo farmacológico y ya empleamos nuestras capacidades y conocimientos para fomentar la prevención y la detección.

De hecho, a medida que la edad de nuestra población aumenta y también lo hace el impacto de las enfermedades, nuestro papel en la prevención debe crecer para fortalecer la atención primaria. La FIP ha estado trabajando para posicionar a los farmacéuticos como uno de los proveedores más eficaces de atención sanitaria primaria y estamos viendo como nuestra profesión se está haciendo más reconocida como parte integral tanto de la atención primaria como de la salud pública.

Un cambio acelerado

Sabemos que lo que hace que la farmacia sea única es que se puede encontrar en el corazón de las comunidades, ofreciendo un fácil acceso al consejo profesional. Nuestros roles se han adaptado con el paso de los tiempos, pero ahora estamos siendo testigos de un fenómeno extraordinario: el cambio rápido acarreado por la COVID-19. Nunca nuestra profesión ha sido tan valorada como durante los últimos 20 meses, y nunca hemos visto desafíos como la vacunación llevada a cabo por farmacéuticos desarrolllada tan rápidamente.

Sé lo duro que han trabajado mis compañeros en las diferentes áreas de nuestra práctica (hospital, análisis clínicos, distribución, salud pública, ciencias, farmacia comunitaria, organismos públicos, etc.) durante esta pandemia y cómo han cambiado los roles. Reconozco, por ejemplo, que los farmacéuticos comunitarios españoles han sido muy proactivos y se han implicado digitalmente en el mantenimiento del acceso a los medicamentos a través de plataformas como CISMED (Centro de Información de Suministro de Medicamentos), en la colaboración con otros profesionales sanitarios para facilitar la renovación automática de recetas para pacientes con enfermedades crónicas, así como en la ampliación de servicios críticos como como atención farmacéutica domiciliaria para personas mayores y vulnerables y la dispensación colaborativa entre la farmacia hospitalaria y la farmacia comunitaria.

Esta pandemia ha confirmado lo que siempre hemos sabido: el papel del farmacéutico es crucial y somos capaces de contribuir mucho más a la salud a través de una gama más amplia de servicios.

La FIP está recopilando cómo ha sido la respuesta farmacéutica a la COVID-19 y esto se utilizará para las conversaciones con los gobiernos y las autoridades sanitarias después de la crisis, a fin de prepararnos para próximas pandemias y avanzar en la práctica farmacéutica.

Comunidad global y agenda común: Una farmacia; una FIP

La COVID-19 también ha demostrado que nuestro mundo está conectado. Hemos visto, por ejemplo, cómo las desigualdades en el acceso a las vacunas en algunos países nos afectan a todos. Debemos continuar trabajando juntos en los retos globales de cobertura universal de salud y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. De hecho, la agenda de sostenibilidad es vital para nuestro futuro y es un tema que afecta cada vez más nuestras prácticas en todos los sectores y Estados.

Por ejemplo, a principios de este año, el FIP destacó los riesgos para la salud que supone la contaminación del aire y definió cómo se podría aumentar el papel de los farmacéuticos en la mitigación de estos riesgos. Y en la COP26 les contamos a los líderes mundiales acerca del papel distintivo que tienen los farmacéuticos en los esfuerzos para abordar el cambio climático.

En septiembre, nuestra organización miembro, el Consejo General de Farmacéuticos de España, organizó una conferencia en el Congreso de los Diputados en la que presentó cómo la farmacia puede ayudar a afrontar los retos de su sistema nacional de salud.

Entre las soluciones se incluían:
• La implementación de una cartera concertada de servicios profesionales en la farmacia comunitaria, para contribuir al fortalecimiento y resiliencia de la red de atención primaria.
• La plena integración del farmacéutico y la farmacia comunitaria en las estrategias de salud pública y en la transformación digital de la asistencia sanitaria.
• Aprovechar la farmacia como interlocutor social clave para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Felicito al CGCOF por este trabajo. Las estrategias nacionales contribuirán a los objetivos mundiales y, de hecho, la cooperación internacional es fundamental para encontrar soluciones eficaces y sostenibles a muchos de los problemas de salud a los que nos enfrentamos globalmente.

Ser consciente de lo que hacen los compañeros de otros países debería formar parte de nuestra práctica profesional. El próximo año tenemos previsto celebrar el 80º Congreso Mundial de Farmacia y Ciencias Farmacéuticas de la FIP en Sevilla, bajo el lema “La Farmacia, unida en la recuperación del sistema sanitario”. Animo a todos los compañeros de España a reconocer la importancia de asistir y compartir experiencias y conocimientos con compañeros de todo el mundo. La solidaridad es poder, y pensando en “una única farmacia y una única FIP”, confío en que nuestra profesión emergerá de la pandemia de la COVID-19 más grande y mejor para que podamos alcanzar nuestros objetivos del siglo XXI juntos.
Larga vida a la farmacia.
Larga vida a la FIP.