A toro pasado, todo son cuernos y todos somos Manolete. Es muy fácil, aún dentro de la difícil situación que atravesamos, salir a aplaudir en los balcones, repetir hasta el postureo que #yomequedoencasa y sentarse en el sofá a criticar la gestión de nuestras autoridades, sin tener un conocimiento ni siquiera aproximado de la realidad que viven. La falta de empatía ahora es uno de nuestros peores enemigos.
¿Hemos pecado de falta de previsión en las compras de material sanitario?Es posible. ¿Es culpa exclusiva del Ministerio de Sanidad?Rotundamente, no. Lo único que está claro es que, cuando todo el mundo se reparte responsabilidades, eso es que nadie quiere hacerse el único responsable ante quienes lo están pagando de verdad. Las víctimas que nunca debieron serlo: los profesionales sanitarios, nuestra avanzadilla en esta guerra. No hay material sanitario para ellos, ahora que el Ministerio tiene el mando único; pero es que tampoco había material hace dos semanas, cuando el material ya escaseaba y el mando era de las comunidades autónomas.

La prevención y la salud pública nunca han sido nuestros puntos fuertes

Reconozcámoslo: la prevención y la salud pública nunca han sido nuestros puntos fuertes. Nadie, nunca, ha dedicado una partida presupuestaria destinada a hacer acopio de una reserva estratégica de material en estos últimos años. Y mira que hemos tenido anuncios de que esto podía llegar a ocurrir. Pero hemos pecado de ingenuos. Lo que debemos entender es que no somos los únicos. Si salimos de nuestras fronteras, veremos que la escasez de material es la misma en otros muchos países, y que la dificultad logística de comprar hoy en día ha afectado incluso a la Comisión Europea. Pero es fácil buscar culpables.
Todavía ahora seguimos sin ver el peligro de esta miopía. Casi sin darnos cuenta, estamos pasando de hablar de la unidad frente al enemigo común al sálvese quien pueda, lo que demuestra que no estamos preparados para vencer juntos al virus. Lo venceremos, pero no unidos, y como consecuencia saldremos victoriosos de esta crisis, pero más débiles que cuando entramos. Europa ya está partida en dos. El cierre de fronteras de alguno de sus miembros debería hacernos reflexionar sobre el modelo de Europa que tenemos y queremos.