| viernes, 24 de agosto de 2018 h |

Las negociaciones para los Presupuestos Generales del Estado han vivido en estos días de agosto un capítulo de intensidad maniquea similar a las películas que pueden verse en los cines de verano. Un vodevil de enredos más o menos imaginativos pero que el público en general sabe que va a terminar en boda. Porque las nuevas cuentas son necesarias para todos, sobre todo para los dos primeros contendientes. El Gobierno no puede permitirse una prórroga de las cuentas de Rajoy que tuvo que aceptar para que la moción de censura tuviera éxito. Sobre todo porque ya no habría tiempo, teniendo en cuenta que en el año 2019 hay citas electorales, para que el PSOE pueda vender un cambio más allá de decisiones concretas.

Podemos tampoco puede enredarse demasiado. Pueden hacer un ejercicio de firmeza ideológica en la senda del déficit, aunque ni siquiera tendría unos efectos electorales plausibles. Si no apoyasen las cuentas del ejecutivo por cuestiones poco tangibles estarían viviendo un dejá vu similar a marzo de 2015 y aquello les costó cerca de un millón de votos. De ahí que si el lunes o martes pasado pareciese que no había sendero para recorrer junto al Gobierno el miércoles ya estuviera asfaltado y con flores en la mediana. Habrá presupuestos aunque seguramente aún haya espacio para nuevas entregas de la obra de teatro que necesitan los relatos políticos.

Sí que se pueden esperan más sobresaltos en el resto de votos que necesita el Gobierno más allá de la formación que lidera Pablo Iglesias. Cataluña sigue siendo un polvorín político sin resolver y los votos de PDCAT y ERC son vitales para los Presupuestos. En este capítulo es más difícil adelantar el guión. Ambas formaciones están optando en los últimos tiempos a fiar su postura a la salud que tenga en cada momento la relación Estado-Generalitat. En cualquier caso, las dos formaciones políticas han visto con buenos ojos los resultados de la reunión mantenida entre Hacienda y Podemos el pasado miércoles, por lo que puede parecer que el camino está más llano tras su rechazo a la senda de consolidación fiscal.

Pero si hay alguien que por encima de todos necesita los presupuestos es el Sistema Nacional de Salud. El Plan de Medicina Personalizada, los fondos de Cohesión o el FOGA o la apuesta real por la Atención Primaria no pueden seguir esperando a intereses políticos.