El Acuerdo de París alcanzado en 2015 supuso una vía esperanzadora para hacer frente a las consecuencias del cambio climático. Sin embargo, a día de hoy, el mundo está cerca de incumplir el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5ºC. La temperatura media anual de la superficie alcanzó un récord de 1,45ºC por encima de la línea base preindustrial en 2023 y se registraron nuevos máximos de temperatura a lo largo de 2024. Así, los extremos climáticos cada vez se están cobrando más vidas humanas en todo el mundo.
El informe de 2024 de ‘The Lancet Countdown’, basado en la experiencia de 122 investigadores destacados de agencias de las Naciones Unidas e instituciones académicas de todo el mundo, revela los hallazgos más preocupantes hasta el momento en los ocho años de monitoreo de la colaboración. Así, los datos del informe de este año muestran que las personas de todo el mundo se enfrentan a amenazas sin precedentes para su bienestar, salud y supervivencia a causa del rápido cambio climático.
En este sentido, el texto pone de manifiesto que durante años se ha observado que la inacción contra el cambio climático supone una “amenaza inminente” y aumenta los riesgos para la salud humana. A pesar de ello, solo el 68% de los países informaron de que en 2023 se habían aplicado capacidades de gestión de emergencias sanitarias obligatorias por ley, de las cuales solo el 11% eran países con un índice de desarrollo humano (IDH) bajo. Además, únicamente el 35% de los países informaron de que contaban con sistemas de alerta temprana para enfermedades relacionadas con el calor, mientras que el 10% lo hizo para afecciones mentales y psicosociales.
Riesgos para la salud y enfermedades
De los 15 indicadores que monitorean los riesgos, las exposiciones y los impactos para la salud relacionados con el cambio climático, diez alcanzaron nuevos récords preocupantes en el año más reciente del que se tienen datos. La mortalidad relacionada con el calor de las personas mayores de 65 años aumentó un 167%, una cifra récord, en comparación con la década de 1990, 102 puntos porcentuales más que el 65% que se habría esperado sin el aumento de la temperatura.
Asimismo, la exposición al calor también está afectando cada vez más a la actividad física y la calidad del sueño, lo que implica que también afecte tanto a la salud física como mental. De hecho, en 2023, la exposición al calor puso a las personas que realizan actividad física al aire libre en riesgo de sufrir estrés térmico (moderado o alto) durante un máximo histórico de 27,7% más de horas que el promedio en la década de 1990 y provocó una pérdida récord de un 6% más de horas de sueño en 2023 que el promedio durante 1986-2005.
Por otro lado, el riesgo de sufrir fenómenos meteorológicos extremos es cada vez mayor, poniendo en peligro la vida de las personas. Entre 1961-90 y 2014-23, el 61% de la superficie terrestre mundial registró un aumento del número de días de precipitaciones extremas, lo que a su vez aumenta el riesgo de inundaciones, propagación de enfermedades infecciosas y contaminación del agua.
Paralelamente, el 48% de la superficie terrestre mundial se vio afectada por, al menos, un mes de sequía extrema en 2023, la segunda mayor zona afectada desde 1951. El aumento de los episodios de sequía y olas de calor desde 1981-2010 se asoció, a su vez, con 151 millones más de personas que experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave en 124 países evaluados en 2022, el valor más alto registrado.
Estas condiciones climáticas más cálidas y secas favorecen cada vez más la aparición de tormentas de arena y polvo, un fenómeno meteorológico y ambiental que contribuyó a un aumento del 31% en el número de personas expuestas a concentraciones peligrosamente altas de material particulado entre 2003-07 y 2018-22. Mientras, los cambios en los patrones de precipitación y el aumento de las temperaturas están favoreciendo la transmisión de enfermedades infecciosas mortales como el dengue, la malaria, la enfermedad relacionada con el virus del Nilo Occidental y la vibriosis. Y, para agravar estos efectos, el cambio climático está afectando las condiciones sociales y económicas de las que dependen la salud y el bienestar.
Costes económicos
Por otra parte, cabe destacar las pérdidas económicas anuales medias derivadas de fenómenos meteorológicos extremos, que aumentaron un 23% entre 2010-14 y 2019-23, hasta alcanzar los 227.000 millones de dólares (más de 208.000 millones de euros). Una cifra que supera el PIB de alrededor del 60% de las economías del mundo.
Aunque el 60,5% de las pérdidas en los países con un IDH muy alto estaban cubiertas por seguros, la gran mayoría de los países con niveles de IDH más bajos no estaban asegurados, y las comunidades locales soportan la peor parte de las pérdidas físicas y económicas, tal y como revela el informe.
Además, los efectos sobre la salud relacionados con los fenómenos meteorológicos extremos y el cambio climático también están afectando a la productividad laboral: la exposición al calor provocará una pérdida récord de 512.000 millones de horas laborales potenciales en 2023, por un valor de 835.000 millones de dólares (más de 766.000 millones de euros) en pérdidas potenciales de ingresos. Los países con IDH bajos y medios fueron los más afectados por estas pérdidas, que ascendieron al 7,6% y al 4,4% de su PIB, respectivamente.
En este sentido, las comunidades más desatendidas son las más afectadas y estos impactos económicos reducen aún más su capacidad para hacer frente a los efectos crecientes del cambio climático y recuperarse de ellos, lo que provoca que las desigualdades mundiales sean aún mayores.
Barreras clave
El estudio apunta a la escasez de recursos financieros como una barrera clave para la adaptación: el 50% de las ciudades informaron de que no tenían previsto realizar evaluaciones de los riesgos para la salud y el cambio climático. De hecho, los proyectos de adaptación con posibles beneficios para la salud representaron solo el 27% de toda la financiación de adaptación del Fondo Verde para el Clima en 2023, a pesar de un aumento del 137% desde 2021.
“Como la cobertura sanitaria universal aún no se ha alcanzado en la mayoría de los países, se necesita apoyo financiero para fortalecer los sistemas de salud y garantizar que puedan proteger a las personas de los crecientes riesgos para la salud relacionados con el cambio climático”, apunta el informe de ‘The Lancet Countdown’. Asimismo, la distribución desigual de los recursos financieros y la capacidad técnica está dejando a las poblaciones más vulnerables todavía más desprotegidas de los crecientes riesgos para la salud.
Incluso los propios sistemas de salud, aunque esenciales para proteger la salud de las personas, también contribuyen cada vez más al problema, según relatan los investigadores en el documento. Las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la atención sanitaria han aumentado un 36% desde 2016, lo que “hace que los sistemas sanitarios estén cada vez menos preparados para funcionar en un futuro de emisiones netas cero y aleja cada vez más a la atención sanitaria de su principio rector de no hacer daño”. “La creciente acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera está empujando al mundo hacia un futuro de riesgos para la salud cada vez más peligrosos y reduciendo las posibilidades de supervivencia de las personas vulnerables en todo el planeta”, indica el texto.
Así, ‘The Lancet Countdown’ hace un llamamiento a la necesidad urgente de “un rápido crecimiento de las inversiones predecibles y equitativas para evitar los efectos más peligrosos del cambio climático”. Y es que cada vez son más los estudios que demuestran que los beneficios económicos de una transición hacia emisiones netas cero de gases de efecto invernadero superarán con creces los costes de la inacción. “Unas poblaciones más sanas y resilientes contribuirán a unas economías más prósperas y sostenibles”, concluye.