Que la acción del hombre está provocando un cambio climático que está afectando gravemente al planeta es una hecho evidente. Según la última evaluación del riesgo climático publicada por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), el año 2023 fue el más cálido jamás registrado. Y es que Europa es el continente que está experimentando el calentamiento más rápido del mundo.
Los riesgos climáticos están amenazando la seguridad energética y alimentaria, los ecosistemas, la infraestructura, los recursos hídricos, la estabilidad financiera y la salud de las personas. Y, tal y como advierte la AEMA, sin una acción urgente y decisiva, la mayoría de estos riesgos identificados podrían alcanzar niveles críticos o catastróficos antes de finalizar este siglo.
“Políticas y acciones efectivas tanto a nivel europeo como nacional pueden ayudar a reducir estos riesgos en gran medida”, señala la Agencia. “La medida en que podamos evitar daños dependerá de la rapidez con la que podemos reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero y de la rapidez y eficacia en que podamos preparar a nuestras sociedades y adaptarnos a las impactos inevitables del cambio climático”, añade.
Políticas de adaptación
La evaluación europea pretende ayudar a determinar las prioridades políticas para la adaptación al cambio climático y para los sectores sensibles al cambio climático. Según el documento, las políticas y las acciones de adaptación de Europa “no están a la altura” de los riesgos que crecen rápidamente. En muchos casos, la adaptación incremental no será suficiente y, dado que muchas medidas para mejorar la resiliencia climática requieren mucho tiempo, puede ser necesaria una acción urgente incluso en riesgos que aún no son críticos.
“La mayoría de políticas y acciones para fortalecer la resiliencia de Europa frente al cambio climático están hechas para el largo plazo y algunas acciones, a veces, conllevan mucho tiempo”, expone la AEMA en el documento. Por ello, llama a la puesta en marcha de políticas y acciones con un “enfoque integrado” que considere múltiples objetivos para garantizar una adaptación eficiente.
En este sentido, la Agencia apunta que las estrategias europeas sobre cambio climático deberían priorizar la reducción de emisiones “sin depender excesivamente de los sumideros de carbono forestales”. Asimismo, indica que la UE y los Estados miembro deberían aplicar las políticas existentes para “mantener y restaurar la resiliencia de los ecosistemas, particularmente fortaleciendo protección y minimización de las presiones antropogénicas”.
Además, reducir la contaminación desde el ámbito de la agricultura y las actividades industriales debería ser también prioridad para proteger los ecosistemas europeos del cambio climático.