Solo el 2,5 por ciento de los españoles se aplica de manera correcta la crema fotoprotectora. Así lo revela el estudio de Cinfa “Percepción y hábitos de salud de la población española en torno a la fotoprotección”, avalado por la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Es decir, solamente entre dos y tres de cada cien personas encuestadas siguen las tres medidas que garantizan la eficacia del fotoprotector: aplicarse el producto treinta minutos antes de tomar el sol, renovar la fotoprotección cada dos horas y reaplicarlo tras bañarse o secarse.

Cinfa destaca la importancia de estos datos con motivo de la llegada del verano, las altas temperaturas y el tiempo de exposición solar, además de la intensidad de los rayo, que aumentan. Por estos motivos, la compañía insta a “prestar más atención que nunca a la fotoprotección, que sigue siendo la asignatura pendiente en el cuidado de nuestra piel”. 

En un nuevo verano marcado por la pandemia, Julio Maset, médico de Cinfa, señala que “aunque la covid-19 represente actualmente la mayor amenaza, la sobreexposición a las radiaciones del sol también pone en riesgo nuestra salud, ya que puede provocarnos quemaduras, fotoenvejecimiento o, a largo plazo, un cáncer de piel. Debemos adquirir consciencia de ello y actuar con responsabilidad al broncearnos”.

En este sentido, el experto recuerda que a la hora de estar al aire libre y exponernos al sol, la mascarilla no nos protege de los efectos nocivos de sus radiaciones. “Pese a lo que nos pueda parecer, los rayos solares atraviesan la mascarilla y penetran en nuestra piel. Por ello, si queremos proteger nuestro rostro del sol, cada día y antes de salir de casa hemos de aplicarnos fotoprotector por toda la cara, aunque a continuación vayamos a cubrirla con este elemento. No debemos olvidar que la función de la mascarilla es protegernos de la infección por covid-19, no del sol”.

Productos adecuados y exposición gradual

Para asegurar una fotoprotección eficaz, los tratamientos solares deben estar avalados científicamente y proteger de los diferentes tipos de radiaciones solares –ultravioleta (UVA y UVB), infrarrojos (IR-A) y visible-. En función del tipo de piel, deberemos ajustar el factor de protección, pero, en todos los casos, este deberá ser igual o superior a 30.

Como otra medida clave, desde Cinfa recomiendan moderar el número de horas de exposición al sol y no hacerlo de forma brusca, especialmente en la época estival, “un momento en que la intensidad de las radiaciones es muy elevada”, según explica Maset: “Los primeros días es conveniente no pasar más de una o, como mucho, dos horas bajo sus rayos y nunca hacerlo de las 12 del mediodía a las 4 de la tarde”. Igualmente, es una buena opción recurrir a barreras físicas como gorras y gafas de sol, y resguardarse bajo la sombra de árboles, toldos o sombrillas. 

Diez consejos para disfrutar del sol con responsabilidad en tiempos de pandemia:

  1. Recuerda que la mascarilla no protege del sol. 

Para resguardar la piel de tu rostro y, además, evitar las manchas y el fotoenvejecimiento prematuro, aplícate el fotoprotector por toda la cara y en el resto de zonas descubiertas, diariamente y antes de salir de casa.

  1. No abuses del sol.  

Sobre todo, ahora que va a comenzar el verano y, dentro de poco, las vacaciones, no permanezcas más de una o dos horas bajo el sol en los primeros días de playa o piscina. Posteriormente, puedes ir aumentando poco a poco el tiempo de exposición. 

  1. Evita la exposición solar en las horas centrales del día. 

Los rayos solares son más fuertes y perjudiciales entre las 12 de la mañana y las 4 de la tarde. También la altitud aumenta la peligrosidad del sol, así como algunos tipos de nubosidad y el agua, la arena, la hierba o la nieve, que reflejan las radiaciones.

  1. Consulta los índices ultravioleta (IUV). 

Antes de la exposición al sol o una actividad al aire libre, conviene informarse sobre la intensidad de las radiaciones a través de canales como la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET): a partir de un índice 6, el riesgo es alto y se deben extremar las medidas de fotoprotección.   

  1. Utiliza un fotoprotector adecuado a tu fototipo y a las circunstancias de la exposición.

Nunca te apliques factor de protección inferior a 30 y elige productos cuyo envase especifique que protege de todos los tipos de radiaciones solares: la ultravioleta, la infrarroja y la visible. Póntelo media hora antes de exponerte al sol y reaplícalo cada dos horas y tras el baño o transpirar, acordándote de secar bien la piel antes. Elige, además, bálsamos labiales con filtros solares. 

  1. Protege tu cuerpo con la ropa adecuada y usa sombrero.

Para sobrellevar el calor e, incluso, proteger tu piel de lesiones por rozaduras, mejor opta por prendas holgadas y ligeras, de tejidos frescos y naturales como el lino y el algodón, y colores claros. Respecto a la gorra o sombrero, uno de ala ancha proyectará sombra a tu rostro y cuello, además de cubrir tu cabeza.

  1. Utiliza gafas de sol para evitar los daños oculares

Es necesario que las gafas tengan una protección 100% frente a los rayos UV y, solo si están homologadas por la Unión Europea, se puede garantizar que así sea. Las que mejor protegen los ojos y la piel que los rodea son las gafas de tipo envolvente.

  1. La sombra, tu mejor aliada. 

Resguárdate de los rayos del sol bajo los árboles o usa una sombrilla, pero no olvides que su protección no es total: deberás aplicarte fotoprotección igualmente.

  1. Educa a tus hijos sobre la necesidad de protegerse del sol

Los niños menores de 1 año nunca deben ser expuestos directamente al sol y, cuando tienen 2 o 3 años, sus padres deben extremar todas las medidas de fotoprotección (prendas de vestir, gorros y gafas de sol), así como aplicarles fotoprotectores específicos para niños con SPF 50+ y el símbolo. Sobre todo, trata de concienciar a tus pequeños de los riesgos que entrañan las radiaciones predicando con el ejemplo.

  1. Ten mucho cuidado con las salas de bronceado. 

El bronceado artificial no protege frente al fotoenvejecimiento y conlleva un riesgo de cáncer de piel, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).


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