Durante la madrugada del pasado sábado 29 de octubre los españoles tuvieron que atrasar sus relojes una hora para dejar paso al horario de invierno. Uno de los principales motivos, pero no el único, por el que este cambio se lleva a cabo durante la noche es para reducir su impacto en las personas a nivel fisiológico, ya que suele provocar trastornos de sueño y de adaptación a este nuevo horario.

El sueño es una función fisiológica necesaria que requiere numerosos procesos hormonales que comienzan en el cerebro. Un cambio de horario, la exposición nocturna a la luz artificial, tan habitual actualmente, debido a la interacción con tablets, móviles u ordenadores antes de dormir, puede contribuir a que los ciclos circadianos que regulan el sueño se alteren.

En este escenario, diferentes expertos recomiendan seguir una serie de pautas para mejorar el descanso: entre ellas destacan acostarse y levantarse todos los días a la misma hora, hacer ejercicio con regularidad, evitando hacerlo 3 horas antes de la hora de irse a dormir y cenar alimentos ligeros.

Asimismo, según señalan dormir en un lugar cómodo, oscuro, tranquilo y no demasiado cálido, ni muy frío, seguir una rutina que induzca a la relajación antes de dormir, como leer o escuchar música o intentar evitar la exposición a la luz de ordenadores, iPad, teléfonos móviles y televisión en la habitación y al menos 2 horas antes de ir a dormir y evitarlo si nos despertamos durante la noche, ya que esta luz inhibe la secreción de melatonina y dificulta la conciliación del sueño.

Según Cristina García de Leonardo, Médico Especialista en Neurofisiología Clínica y Profesora del Grado en Medicina de la UFV: El sueño es una actividad necesaria para la supervivencia del organismo, ya que nos permite descansar de las actividades diarias y resulta esencial para la conservación de la energía y la regulación de nuestra temperatura corporal. Durante el sueño se producen cambios fisiológicos que afectan a la función cardiaca, la respiración, la temperatura, el tono muscular, la presión arterial y la secreción hormonal”.

Asimismo García de Leonardo explica que a pesar de la importancia de dormir un número suficiente de horas (entre 7-9 para adultos de edad media), se ha observado cómo en los últimos años se ha reducido el número de personas que mantienen hábitos de sueño saludables.  Y es que además de fatiga y cansancio, la falta de sueño se relaciona con cambios inmunológicos, metabólicos y endocrinos tales como intolerancia a la glucosa, diabetes y obesidad. “También se ha descrito la asociación de un sueño de corta duración con la aparición de enfermedades cardiovasculares o diversos tipos de cáncer” concluye García de Leonardo.


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