Durante el otoño, la caída de pelo se intensifica. Si la pérdida de hasta 100 cabellos diarios se considera normal, en esta época del año esa cifra se triplica y puede subir hasta los 300 y 400 pelos. Esta situación puede darse también en primavera y responde, en general, a la agresividad con la que tratamos al cabello en los meses previos a la caída. Pero ese efluvio telógeno, es decir, la alteración del ciclo vital del pelo que deriva en una caída difusa, responde a factores naturales, que tienen que ver con el propio ciclo capilar. En realidad, no es una caída, sino una renovación.
Así lo explica Teresa Pardo Merino, vocal de dermofarmacia del Colegio de Farmacéuticos de Melilla: “A grandes rasgos, este proceso cíclico tiene tres fases: una de crecimiento, que se llama anágena; una fase de transición, que se conoce como catágena; y una fase de reposo o caída, que es la telógena. Esta última dura entre dos o tres meses, y después se vuelve a iniciar el ciclo”.
En esta época del año, cuando suele darse esa caída del cabello, el proceso natural de renovación folicular coincide con factores externos que intensifican la pérdida de pelo. “En verano, la piscina, el agua salada del mar, el sol o el pelo mojado y recogido durante largos periodos de tiempo producen un daño que, junto a ese proceso cíclico, se traduce en una mayor caída en otoño”, señala Pardo. Al mismo tiempo, implica una mayor renovación folicular. “Esto lo que quiere decir es que el efluvio telógeno es reversible, recupera pasados dos o tres meses”, aclara.
Complementos nutricionales
Aunque se trata de un ciclo natural, los pacientes preocupados por su salud capilar recurren a los farmacéuticos para reforzar y acelerar la renovación cuanto antes. “Para empezar, recomendamos que tengan un estilo de vida saludable y una buena rutina capilar, que los productos que utilicen sean adecuados a sus circunstancias”, precisa Pardo. En este sentido, es fundamental un tratamiento personalizado, adaptado a cada persona. “Hay que hacer una buena anamnesis, hablar con el paciente e individualizar el tratamiento, de nada sirve escoger un suplemento cualquiera”, concreta.
Las farmacias ofrecen una amplia variedad de productos para estimular el crecimiento del cabello, desde champús o lociones hasta los complementos nutricionales, la terapia más habitual en estos casos. “A grandes rasgos, estos tratamientos incorporan vitaminas, selenio, zinc, hierro -este último, en casos de menstruación muy abundante- o yodo. Otro tipo de suplementos buscan no solo reforzar, sino que contribuyen a disminuir la grasa, como la Serenoa repens; o la inflamación, como la curcumina o el omega 3. Durante los procesos de estrés se dispensa rhodiola, ashwagandha, adaptógenos, que están muy de moda…”, enumera la experta.
El estrés, nocivo para el cabello
El cualquier caso, el paciente debe tener en cuenta que el cabello cae en otoño de forma natural, sea cual sea su tratamiento. En cambio, si pasados esos dos o tres meses de renovación folicular, el pelo no ha recuperado su ritmo normal de crecimiento y la caída se extiende en el tiempo, es preciso recurrir a un dermatólogo especialista en tricología para que valore otras opciones. Un tratamiento recurrente en estos casos suele ser minoxidil, un medicamento utilizado habitualmente contra la alopecia.
El ritmo y estilo de vida, además de los hábitos alimenticios o los procesos de estrés y ansiedad, alteran el ciclo capilar. En los últimos años, la dermofarmacia ha notado cambios significativos en este aspecto. “El nivel de estrés y la mala alimentación, junto a otros factores, también afectan. La caída ya no se está limitando a otoño y primavera. Tengo casos durante todo el año de efluvio telógeno”, alerta Teresa Pardo Merino, quien recuerda además la importancia del cepillado tanto para activar la microcirculación como para eliminar toxinas.