Un año de oportunidades para la Oncología, por Rafael López

Por Rafael López, presidente de Fundación ECO

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La llegada del nuevo año supone una oportunidad para que, con fuerzas renovadas, sigamos avanzando en resolver los problemas que existen para garantizar la calidad asistencial de todos los pacientes oncológicos.

Una vez que han quedado atrás las fases más graves de la pandemia, es necesario que este 2023 recuperemos el tiempo. El COVID-19 ha supuesto un freno en la detección de nuevos casos de cáncer, debido a la reducción del número de pruebas diagnósticas y de pacientes visitados. Es hora de que los recursos y la voluntad política viren de nuevo hacia una enfermedad que debería ser una prioridad en la agenda nacional. Sólo en 2022, se estima que se detectaron más de 280.000 casos de cáncer en nuestro país.

El acceso a tratamientos oncológicos innovadores es uno de los males recurrentes que aquejan al ámbito de la oncología, con tiempos de espera que rondan los 500 días desde que nuestro país decide financiar las nuevas terapias oncológicas que aprueba la Agencia Europea del Medicamento. Este retraso se interpone en las posibilidades de curación de numerosos pacientes que sencillamente no pueden permitirse tales esperas.

Es también un motivo por el cual el 77 por ciento de los españoles considera que la innovación llega tarde a nuestro país, según el último estudio que hemos elaborado desde la Fundación ECO acerca de la percepción de la sociedad española sobre el cáncer. La sociedad es cada vez más consciente de la importancia de dedicar más recursos a la lucha contra esta enfermedad, especialmente si se considera el aumento de casos previsto para 2030. No obstante, todavía queda trabajo por hacer, especialmente para que todos estemos concienciados de la magnitud de esta enfermedad y de la importancia de la prevención de factores de riesgo.

De manera paralela, la inequidad en el acceso a los tratamientos innovadores es otra de las cuestiones a subsanar. La investigación más puntera no tiene una utilidad real si sus beneficios no pueden alcanzar a todos los pacientes, sin importar su procedencia.

Por el momento, las Comunidades Autónomas no avanzan al mismo ritmo en lo que respecta a la medicina personalizada, con diferentes grados de implementación entre territorios o incluso entre centros hospitalarios. Una situación grave si se la confronta con el rico panorama investigador actual, en el que se producen de manera constante avances de tratamiento que podrían mejorar la situación de los pacientes. 

Ampliando el foco, este año tenemos por delante oportunidades óptimas a nivel europeo para dar esperanza a los pacientes. La presidencia de nuestro país en el Consejo de la Unión Europea en la segunda mitad del año puede ser una buena ocasión para trasladar la urgencia de priorizar el cáncer en la agenda política. Considero, además, que es necesario replicar las estrategias europeas que se han impulsado para un óptimo abordaje del cáncer e imbuirse del espíritu colaborativo que reina a nivel comunitario. Europa debe ser un espejo en el que poder mirarnos para corregir nuestros déficits en la materia.

En definitiva, 2023 debe ser un año de inflexión. Tenemos potentes herramientas a nuestro alcance, como nuevos fármacos innovadores, para mejorar la supervivencia de los pacientes oncológicos. Tenemos el talento y los conocimientos para continuar aportando valor a la lucha contra el cáncer, aunque siga siendo preciso revisar y reforzar la inversión en investigación. Tenemos la certeza de que existe una desigualdad interterritorial que resolver y tenemos el deber y el compromiso por avanzar también en este campo. Y también tenemos una gran oportunidad, en forma de presidencia europea, para trasladar la realidad de los pacientes oncológicos, así como los desafíos actuales para una correcta gestión y abordaje del cáncer en nuestro país.

Una vez el COVID-19 ya no ocupa la casilla central, recuperemos el tiempo perdido y aprovechemos las oportunidades que se nos presentan. Hagámoslo por los pacientes. Es ahora o nunca.