Surfear las olas COVID sin perder nuestro objetivo

Por Pilar Martínez Gimeno, presidenta de la Alianza General de Pacientes (AGP)

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Finalizado 2021, nos hemos encontrado de nuevo surfeando varias olas de COVID-19. Si bien es cierto que ha mejorado la manera de abordarlas, cada una de ellas ha seguido mostrando las debilidades de nuestro Sistema Nacional de Salud, lo cual nos afecta a todos.
La incertidumbre nos sigue acompañando en el día a día y continuamos conviviendo con asuntos pendientes de resolver, a pesar de las promesas y de las acciones puestas en marcha.

En este último año, los pacientes, que ya saben que somos para muchos “el centro del sistema sanitario”, o al menos así lo manifiestan, hemos participado en multitud de reuniones convocadas en el Congreso de los Diputados, las consejerías de sanidad de diferentes comunidades o el propio ministerio de Sanidad. Sin embargo, sentimos aún que no formamos parte del proceso. Se nos llama como invitados, pero nuestras decisiones y opiniones no tienen un peso real en la toma de decisiones.

En este balance de 2021 también hay un espacio para la autocrítica. Las organizaciones de pacientes tenemos un largo recorrido todavía para mejorar. El sector continúa muy atomizado y adolece de unidad de criterios y de estrategias comunes que nos permitan sumar y alcanzar el efecto deseado.

Perseguimos objetivos comunes, pero lamentablemente prevalece la competitividad en lugar de otros principios de colaboración y coordinación. Tenemos que admitir que, en el día de hoy, aún no hemos sido capaces de consensuar estrategias de actuación conjunta, lo que ha permitido abrir ventanas de vulnerabilidad que nos afectan a todos. No nos engañemos, porque es algo que nos perjudica de manera notable en el camino a conseguir nuestros fines y que, además, daña especialmente a la hora de ayudar a los pacientes.

Un frente común

Tenemos que reflexionar, dejar a un margen las diferencias, y avanzar en un frente común. Solo eso permitirá dar el paso del paciente en el centro, al paciente en el centro de los procesos de toma de decisiones. Con voz y voto.

Con todo ello, pensamos que nuestro Sistema Nacional de Salud sigue manifestando la necesidad urgente de un cambio que permita una adaptación al nuevo escenario que ha dibujado la pandemia. Una crisis sanitaria que nos ha hecho ver, como decía el entonces ministro de Sanidad, Salvador Ila, hace justo un año en la edición anterior de este anuario, que “invertir en salud no es un gasto, sino una inversión en el bienestar individual y colectivo”.

“Es crucial que nuestro colectivo tenga la representación que corresponde en el Consejo Consultivo del Cisns. Hasta ahora, nos hemos sentido al margen de las medidas y estrategias adoptadas. Es la realidad”

A pesar de las palabras, la realidad es que en este tiempo no se ha invertido en algo esencial como es la contratación necesaria de profesionales sanitarios. Es especialmente visible en atención primaria, donde los pacientes seguimos encontrando centros de salud desbordados, mal atendidos y, en muchos casos todavía cerrados, en una época en la que los hemos necesitado más que nunca. El problema de accesibilidad a la atención primaria ha sido, y es, acuciante y ha de resolverse sin demora. Al igual que la sobrecarga ilógica con tareas administrativas y burocracia que puedan centrarse en lo importante.

Pilar Aparicio en su artículo anterior también admitía la “angustiosa sobrecarga laboral y emocional sobre el personal sanitario, agravada por la limitación de profesionales y la precariedad de las condiciones laborales”, pero los cambios han sido mínimos. Sin rastro de incremento en la oferta de plazas de formación sanitaria especializada, ni el reconocimiento comprometido de la especialidad de médicos que han estado en primera línea de esta crisis sanitarias, como es el caso de Urgencias y Emergencias o Enfermedades Infecciosas.

Por otra parte, también en la edición anterior de este anuario, Illa planteaba un SNS reforzado, una herramienta democrática facilitadora de la equidad y de la cohesión. Lo cierto es que un año después, las brechas siguen más abiertas que nunca, como hemos puesto de manifiesto desde la Alianza General de Pacientes con nuestro informe de inequidad en el acceso a los ACODs, cuyas conclusiones estamos haciendo llegar a las comunidades autónomas. Un año más, los pacientes crónicos hemos sido diferenciados y discriminados según nuestro código postal.

Por eso es crucial que nuestro colectivo tenga la representación que nos corresponde en el Consejo Consultivo del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, cuya composición modifica la Ley de Equidad presentada por Carolina Darias. Hasta ahora, nos hemos sentido al margen de las medidas y estrategias adoptadas. Es la realidad.

Nos gusta mirar al futuro con optimismo y esperanza, y hoy podemos hacerlo gracias al avance que han supuesto las vacunas frente a la COVID. Aprovecho, no obstante, estas últimas líneas perfilar, en un repaso rápido, lo mucho que nos queda por hacer.
La humanización sigue siendo una tarea pendiente, y la información un requisito fundamental para nosotros. Es básico también adoptar medidas que permitan garantizar la continuidad asistencial y eliminar las barreras.

La transformación digital debe ser prioritaria en nuestro sistema Nacional de Salud, aún queda mucho por hacer y hay objetivos clave, como esa historia clínica y única a la que tengan acceso los pacientes.

Hemos de relanzar el diálogo entre las oganizaciones de pacientes y fomentar profesionalizarlas al máximo…Y hay mucho más…
Esperamos que todo lo vivido sirva como aprendizaje para convivir con este virus y nos permita seguir avanzando en nuestra defensa de los pacientes que, al fin y al cabo, somos todos.