El último congreso de la Asociación Americana de Hematología (ASH en sus siglas inglesas) ha vuelto a tener como grandes protagonistas a las terapias CAR-T. Ya hay una gran cantidad de pacientes tratados con esta revolucionaria inmunoterapia en todo el mundo, tanto dentro como fuera de ensayos clínicos. Los resultados siguen siendo muy positivos frente a la leucemia aguda linfoblástica (LAL), linfoma B difuso de célula grande (LBDCG) en recaída, linfoma de células del manto y mieloma múltiple. Con largo seguimiento tenemos una importante proporción de pacientes con mieloma múltiple (en torno al 35%) que podemos considerar potencialmente curados o, al menos, largos supervivientes; es decir, hay un grupo que sigue vivo y libre de progresión a 5 y 6 años, cuando no tenían muchas más opciones terapéuticas. Son datos muy positivos y esperanzadores.
Obviamente, resulta lógico que estas terapias CAR-T vayan moviéndose a líneas de tratamiento más precoces y es precisamente lo que estamos investigando los hematólogos en estos momentos, entre otras muchas cosas. Por lo tanto, parece que esta estrategia terapéutica se posiciona como un estándar de tratamiento que vamos a utilizar cada vez antes en, al menos, pacientes con cáncer hematológico, y ojalá nos movamos hacia plataformas que podamos llegar a considerar curativas. Como ya se ha visto, esta inmunoterapia está mostrándose especialmente efectiva en el campo de los linfomas, donde se empiezan a estudiar subpoblaciones de pacientes que padecen esta hemopatía maligna. Parece segura y eficaz en personas con VIH, hasta el punto de que se está investigando su uso para intentar conseguir una cura funcional de la infección por VIH.
Estas terapias CAR-T van moviéndose a líneas de tratamiento más precoces y es precisamente lo que estamos investigando los hematólogos
Todavía se resiste la llegada de esta revolucionaria inmunoterapia a los tumores sólidos, pero ya se vislumbran tecnologías que permitirán combatirlos mediante cápsulas nanoestructuradas portadoras de células CAR-T. Una novedad especialmente recalcable y que ha tenido gran repercusión mediática ha sido el caso de Alyssa, una niña británica de 13 años que se ha convertido en la primera paciente del mundo en recibir células T modificadas genéticamente mediante edición de bases para tratar su leucemia de células T incurable. La edición genética y la inmunoterapia adoptiva han aunado fuerzas para hacer realidad este milagro de la ciencia, que abre la puerta a numerosas posibilidades y manejos.
Este caso fue presentado en ASH 2022 por los investigadores del Hospital Infantil Great Ormond Street, en Londres, quienes han diseñado esta nueva técnica de edición del genoma para crear un tipo novedoso de terapia CAR-T que pueda atacar a las células T cancerosas. Estas CAR-T de nueva generación y su uso en enfermedades no hemato-oncológicas, como las autoinmunes, también ha marcado este último año de avances.
Los anticuerpos biespecíficos también han tenido un especial protagonismo en ASH 2022 y darán mucho que hablar en un futuro no muy lejano. Ya lo están haciendo. Este tipo de fármacos, capaz de actuar en dos dianas celulares a la vez, está obteniendo resultados esperanzadores en ensayos clínicos de linfomas y mieloma múltiple. Dejando a un lado el cáncer hematológico, cabe destacar que se sigue avanzando en una posible solución al déficit de donaciones de sangre, situándonos cada vez más cerca de la sangre “cultivada”; en este último año ha llegado a Europa y a España la primera terapia dirigida para tratar la enfermedad de células falciformes, también conocida como anemia falciforme o drepanocitosis; la terapia génica ya es una realidad en el abordaje de las talasemias y la hemofilia, y va encaminada frente a la drepanocitosis; se están desarrollando nuevas familias de anticoagulantes basados en el sistema de contacto, que podrían marcar una nueva revolución en la próxima década; y el ‘big data’ ya ofrece un abanico enorme de posibilidades frente a numerosas enfermedades hematológicas. Todo ello vislumbra un futuro prometedor.