No cabe ninguna duda. Cuando se me pide escribir sobre la actualidad de la Atención Primaria (AP) del país, algo recurrente, ya que la situación empieza a ser insostenible en este ámbito asistencial (con alguna variabilidad fácilmente evidenciable de unos territorios a otros), seguimos en la dinámica de siempre: sobre las competencias del Ministerio de Sanidad y la de las comunidades autónomas (CCAA), pero nunca en el sentido de aunar voluntades, con el sentido de potenciación de la AP, si no, más bien, de escurrir el bulto o ponerse de perfil.
Ahora sí parece que existe unanimidad en la falta de profesionales, pero no en que es una consecuencia de la situación de precariedad de los escenarios laborales y profesionales que estamos sufriendo, sobre todo los pacientes, con listas de espera interminables y enormes dificultades para el acceso a su médico.
Y parece que la situación no sufrirá grandes cambios, ya que el futuro del Ministerio es el del anunciado cambio de la actual ministra de Sanidad y no parece lógico que se aventure a cambios sustanciales. Si a esto le sumamos que el año 2023 será un año puramente electoral, el formato variará poco, ya que nadie se aventurará a cambios que pueden suponer una ruptura de este equilibrio inestable, cuando faltan unos meses para las elecciones generales.
En este escenario nos movemos los profesionales. Venimos muy cansados física y emocionalmente de una pandemia que, por más que los políticos quieran normalizar, es imposible hacerlo desde el punto de vista asistencial, ya que pagamos un alto precio: muchos se quedaron en el camino y literalmente perdieron su vida, otros enfermaron y todos dieron lo mejor de sí mismo. Y a pesar de esto, vemos cómo se van sucediendo ‘parches’, sin acometer realmente un cambio en profundidad. Debemos y tenemos que avanzar en este sentido, ya que este año 2023 es, por otra parte, clave para los profesionales y están anunciadas varias huelgas en diferentes CCAA, todo lo cual desestabiliza todavía más el futuro inmediato de la Atención Primaria.
La esperanza de los profesionales de la Atención Primaria no está en la alternancia política, ya que la situación es muy similar en las diferentes Comunidades Autónomas, independientemente de quien gobierne en las mismas.
Es tremendamente trágico que la principal herramienta con la que debe contar el profesional médico, el tiempo para atender a los pacientes, sea el principal déficit que sufrimos. Y esto no es nuevo, baste recordar para los que tienen poca memoria que hace unos días se cumplieron 22 años de la primera reunión de la Plataforma 10 minutos y la situación se ha ido deteriorando hasta llegar a este punto absolutamente improrrogable. Desde este punto de vista, evidentemente o nos equiparamos a los vecinos europeos o nunca saldremos de este déficit, ya que la salida hacia estos países de profesionales es continua y constante.
La esperanza de los profesionales de la Atención Primaria no está en alternancia política, ya que la situación es muy similar en las diferentes Comunidades Autónomas, independientemente de quien gobierne en las mismas. La esperanza está en que realmente esté en la agenda política, más que un cambio, una refundación de la Atención Primaria de este país, en la que realmente se modifique la estructura y se adapte a los nuevos tiempos y a las nuevas necesidades de los pacientes.
La esperanza está en que realmente se deje de utilizar a la Sanidad como ‘herramienta política’ y se haga un pacto por la Sanidad sin buscar réditos cortoplacistas, si no que realmente se ponga al paciente en medio del sistema y se trabaje solo con ese objetivo. Un pacto por la Sanidad, demando desde todas las instituciones y organismos profesionales de este país, demandado desde hace muchísimos años y al que se le hizo oídos sordos, como al resto de las reivindicaciones profesionales.
Y en el futuro tenemos grandes retos por resolver, que van desde lo cotidiano (el día a día de los profesionales sanitarios de este ámbito asistencial), hasta los grandes temas nunca resueltos, pero siempre reivindicados: la desburocratización de las consultas liberando tiempo médico, la coordinación de los diferentes ámbitos asistenciales, pasando por la coordinación de lo socio-sanitario y una larga lista de temas no asistenciales como la revisión del programa del médico de familia, con actualización de contenidos, a la tan maltratada y olvidada reacreditación de los profesionales con el consiguiente ninguneo por parte del Ministerio de Sanidad a las diferentes sociedades científicas.
En definitiva, seguiremos remando para aguantar este equilibrio inestable en el que se ha convertido la Atención Primaria.