Empezamos un nuevo año, al igual que estos últimos, con el compromiso y el fascinante reto de seguir avanzando en la excelencia de nuestro sistema sanitario público, uno de los mejores del mundo. Compromiso, porque la salud es una prioridad vital, y reto, puesto que para conseguirlo los gestores tenemos que facilitar todos los recursos necesarios, sin escatimar, pero optimizando todos los medios a nuestra disposición. Porque una condición indispensable para que una gestión sea eficaz es que sea también eficiente, con un enfoque basado en la evidencia. Solo así conseguiremos mantener nuestro sistema sanitario universal, equitativo, accesible y excelente.
Año tras año, en Baleares hemos ido incrementando el presupuesto en Salud, ya que consideramos que esta partida no es un gasto, sino una inversión en bienestar, en salud, en una sociedad con una mejor calidad de vida. No obstante, para que esto sea una realidad debemos saber adaptarnos al actual contexto social condicionado por una mayor esperanza de vida, lo que ha hecho que nos replanteemos el modelo de atención a los pacientes crónicos para dar respuesta a sus necesidades y las de sus cuidadores.
Así, por ejemplo, una de las medidas adoptadas hace exactamente un año fue eliminar el copago farmacéutico para los pensionistas garantizando así que el coste de los medicamentos y productos farmacéuticos no sea un obstáculo para la adherencia a los tratamientos, sobre todo en los colectivos que justamente más propensión presentan a la cronicidad de las patologías, tales como las personas mayores y las personas con discapacidad.
“Los gestores debemos tener muy presentes cuáles son las consecuencias de nuestras decisiones. En el mundo de la sanidad, además, no debería haber lugar a la improvisación”
La equidad y la eficiencia son principios esenciales a la hora de gestionar la administración pública y, en el caso del sistema sanitario, este tiene que ser justo y solidario, pero a su vez solvente y eficaz. Todos los ciudadanos tienen derecho a beneficiarse de la constante innovación en tecnologías, medicamentos y productos sanitarios.
Por consiguiente, los gestores debemos tener muy presentes cuáles son las consecuencias de nuestras decisiones. En el mundo de la sanidad, además, no debería haber lugar a la improvisación y, en este sentido, la gestión basada en la evidencia está íntimamente relacionada con la sostenibilidad del sistema. Para ello, es imprescindible implicar a los profesionales, para que eviten prescribir fármacos que la evidencia considera ineficaces y aplicar técnicas obsoletas que ya estén superadas por alternativas que guarden una estrecha correspondencia entre coste y efectividad.
Existe sobrada evidencia científica para garantizar la sostenibilidad y solvencia del sistema sanitario, para implantar políticas de racionalización del gasto y para permitir, a su vez, una suficiente inversión en salud. Las posibilidades son numerosas y diversas: desde introducir nuevos fármacos y tecnologías con una previa evaluación y consenso en su uso, a invertir en sistemas de información que nos permitan evaluar e introducir mejoras.
Así pues, para continuar avanzando es preciso impulsar la innovación y la investigación; de hecho, es un deber de las administraciones públicas. La comunidad científica es uno de los motivos de orgullo de este país y sus resultados tienen un retorno muy importante en el conjunto de nuestra sociedad: en conocimiento, competitividad, docencia, modelo asistencial y, por lo tanto, en calidad de vida.
En el archipiélago, buena parte de la investigación sanitaria se realiza a través del IdISBa, el Instituto de Investigación Sanitaria Illes Balears, que sigue un ritmo imparable: hace apenas un año consiguió la acreditación del Instituto Carlos III, lo que le sitúa en la élite del sector. Y aún más: en la actualidad se exploran posibles vías de colaboración en el campo de la medicina de precisión y genómica y del Big Data.
En definitiva, de nuestra amplia mirada, de nuestras inquietudes, de nuestro inconformismo, de los deseos de querer ir más allá y de hacerlo sostenible depende el futuro del sistema sanitario español, del que nos enorgullecemos porque es, sin duda, el mayor tesoro de este país. n