Conocer en profundidad a los virus es todo un reto. Pero la ventaja que supone estudiar su ‘interior’, es decir, disponer de toda la información genética que puede proporcionar, es de suma importancia para conseguir elaborar las mejores vacunas, con la mayor efectividad, seguridad y eficacia.
Durante las VIII Jornadas de CSL Seqirus de actualización en gripe, celebradas en Toledo, los expertos realizaron un “diagnóstico” de los virus respiratorios que más golpean a la salud pública. El mayor protagonista, el virus de la gripe. Un virus que toca muy de cerca a José María Eiros, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Rio Hortega de Valladolid y director del Centro Nacional de Gripe (CNG) de Valladolid. Y es que en su centro de vigilancia –uno de los tres que la OMS tiene reconocidos en España, junto al de Majadahonda y el de Barcelona– se dedican a caracterizar antigénica y genéticamente los virus.
“Remitimos la información a la unidad de enfermedades víricas de Ginebra y hacemos estudios de efectividad vacunal; sobre esto último, somos el único de los tres centros que lo hacemos”, ha puntualizado Eiros. En este sentido, el experto explica que trabajan para que los datos reportados a la Organización Mundial de la Salud (OMS) sean capaces de decir “si acierta o no en la composición de las vacunas antigripales”.
Vigilancia de los virus
Ese diagnóstico y la posterior vigilancia de los virus que circulan en el ecosistema es crucial. “Nuestro sistema sanitario en primaria tiene que implementar técnicas de diagnóstico; esto nos otorgará la posibilidad de vigilar los virus de manera integral”, ha señalado Eiros.
El director del CNG de Valladolid ha apuntado a otros virus importantes, como los paramexovirus o los metaneumovirus humanos, que tienen los mismos genes que el que el virus respiratorio sincitial (VRS), pero “con orden de lectura cambiado”. Asimismo, hay algunos virus ADN que causan infecciones respiratorias en pacientes intubados, en pacientes inmunohematológicos ingresados y asistidos y en pacientes oncológicos: los virus del grupo herpes, otros enterovirus o los coronavirus tradicionales.
“De los coronavirus tradicionales, hay siete que venimos siguiendo con cierto interés y cuatro de ellos son estacionales, como el primer SARS-CoV, que creemos que se extinguió o, el MERS, que es mal candidato porque mata a uno de cada tres pacientes”, ha afirmado el experto.
Ante este escenario de virus respiratorios, Eiros apuesta por una cuádruple estrategia en virología:
- Toma de muestras.
- Visualización.
- Aislamiento y cultivo.
- Detección de antígenos y demostración genómica.
En este contexto, los objetivos actuales de un sistema de vigilancia son: señalar cómo es la actividad de gripe y SARS-CoV-2; incorporar también el VRS; describir la estacionalidad cuando sea posible; vigilar cuadros de enfermedad y enfermedad grave; y vigilar tanto tipos y subtipos en gripe y linajes y sublinajes en SARS-CoV-2 y VRS. “Así podremos notificar a las autoridades competentes cómo pueden ser los consejos que la OMS emita a la hora de decidir las vacunas”, ha indicado Eiros.
En definitiva, Eiros ha concluido que “se diseñen como se diseñen las vacunas de gripe, tanto por vía sistémica como por vía intranasal, el objetivo no es otro que prevenir cuadros de infección respiratoria”.
Vacuna de gripe: ¿por qué cambia cada año?
Precisamente, la intervención de Ana Fernández-Sesma Cordón, catedrática de Microbiología, ha ido dirigida a explicar por qué es necesario cambiar la composición de las vacunas de la gripe cada año. “Este virus no tiene un solo hospedador; circula mucho en distintas especies animales –cerdos, aves, felinos, caballos e, incluso, caninos– lo que hace que pueda haber una gran variedad de virus de gripe”, ha declarado.
El objetivo de las vacunas actuales de la gripe –normalmente se pone estacionalmente la inactivada– es conseguir que el sistema inmune genere anticuerpos para que reconozcan la cabeza de una proteína del virus: la hemaglutinina (HA). “Lo que se suele hacer es tener una cepa máster del virus que se combina con la cepa que está circulando y esto crece en huevos embrionados (este es uno de los problemas que surgen, porque en caso de una pandemia de gripe aviar, no habría huevos suficientes)”, ha indicado la catedrática.
Sin embargo, hay varias neuraminidasas y hemaglutininas (ambas son proteínas que contiene el virus de la gripe), lo que provoca que el virus pueda ir cambiando de unos años a otros. “Prácticamente cada 10 años han ido apareciendo distintas variedades: H1N1, H2N2, H3N2 o el virus pandémico de 2009 (pH1N1). Por ello, en todas las vacunaciones estacionales hay que incluir un componente de todos los tipos; hay que tener una combinación de virus que están co-circulando ahora mismo”, ha aseverado Fernández-Sesma.
En este contexto, Raúl Ortiz de Lejarazu, director emérito del CNG de Valladolid, ha puesto sobre la mesa que los anticuerpos frente a la neuraminidasa pueden contribuir a la inmunidad protectora contra la infección y contra la enfermedad gripal. “Está demostrado que los anticuerpos controlan la difusión del virus, inhiben el escape viral de proteínas de defensa, se asocian a una menor duración de la difusión vírica, tienen una gran reactividad cruzada y protegen de la enfermedad o reducen la gravedad, independientemente de la inmunidad de la HA”, ha indicado.
Conseguir una vacuna universal
Una de las nuevas estrategias es intentar desarrollar vacunas universales, es decir, “que los anticuerpos estén dirigidos hacia una parte más conservada de la hemaglutinina (hacia el tallo de la HA y no hacia la cabeza) que no es tan diferente en todos los diferentes tipos de virus de la gripe”. Asimismo, Fernández-Sesma ha puesto de manifiesto la importancia de conseguir vacunas de forma más rápida, para que “no haya un lapso de tiempo muy grande en el que consigan estar listas respecto a los picos de infección”.
Por su parte, Joan Puig Barberá, del área de investigación en vacunas FISABIO, ha afirmado que la gripe continúa siendo, después de un breve paréntesis (la irrupción de la pandemia de COVID-19), un “problema global”, con una importante carga de enfermedad, con consecuencias económicas significativas y con la amenaza persistente de nuevas pandemias.
Puig ha coincidido en que las vacunas frente a la gripe estacional “experimentarán cambios” en el medio plazo, y no solo en la composición, sino también en la tecnología y las plataformas utilizadas. Así, ha apuntado a otras tecnologías del futuro: nuevas presentaciones, como nanopartículas con antígenos recombinantes y adyuvantes más potentes (Novavax tiene una vacuna de este tipo en Fase III); vacunas adyuvadas de cultivo celular (CSL Seqirus, Fase II) o vacunas de ARNm con uno o varios antígenos.
Asimismo, se debe tener en cuenta la llegada de la COVID-19. “La carga hospitalaria causada por gripe se añade al SARS-CoV-2 y puede saturar los hospitales”, ha agregado Adolfo García Sastre, Global Health and Emerging Pathogens Institute Icahn School of Medicine at Mount Sinai. Un hecho que se puede “mitigar” mediante un incremento de la vacunación, tanto de gripe como de COVID-19.
“Necesitamos nuevos antivirales de amplio espectro, un incremento en el desarrollo y uso de vacunas, invertir en ciencia y divulgación científica, apoyar a la salud pública, mejorar la infraestructura médica y planes mejorados de preparación pandémica y cooperación internacional”, ha resumido García Sastre.