El Ministerio de Sanidad ha dado luz verde a la financiación de Vabysmo (faricimab), un tratamiento desarrollado por Roche para la Degeneración Macular Asociada a la Edad neovascular o ‘húmeda’ (DMAEn) y la alteración visual debida al Edema Macular Diabético (EMD). Se trata del primer anticuerpo humanizado biespecífico para el ojo que se dirige a dos vías distintas de señalización implicadas en ambas enfermedades.

Los estudios fase III que han avalado la aprobación han mostrado que, a los dos años, casi un 80 por ciento de los pacientes tratados con el fármaco en ambas patologías pudieron extender el intervalo de tratamiento a cada tres o cuatro meses y más del 60 por ciento a cada cuatro meses manteniendo su enfermedad controlada. Por tanto, la terapia podría implicar menos inyecciones en el ojo a lo largo del tiempo, mientras mejora y mantiene la visión y la anatomía, por lo que podría ofrecer esquemas de tratamiento con menor carga para las personas, sus cuidadores y los sistemas sanitarios.

Muchas personas con DMAEn y EMD tienen dificultad para mantener el esquema de inyecciones intraoculares y las visitas al médico frecuentes, ya que supone interrumpir sus tareas diarias, sus trabajos…, para desplazarse a los centros donde reciben tratamiento. No es solo una sobrecarga para los pacientes, también para sus cuidadores que tienen que acompañarlos. En este contexto, si conseguimos espaciar el tiempo entre inyecciones, manteniendo los resultados visuales y anatómicos, podríamos ayudar a liberar la saturación que sufre actualmente el sistema sanitario”, afirma Marta S. Figueroa, directora médica de la Unidad de Retina de la Clínica Baviera y responsable de la Unidad de Retina del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.

Por su parte, Alfredo García Layana, director del Servicio de Oftalmología de la Clínica Universitaria de Navarra y presidente de la Sociedad Española de Retina y Vítreo (SERV), añade que “tener que acudir a revisiones continuas y necesitar inyecciones con frecuencia supone una carga para el paciente e implica un consumo importante de recursos sanitarios. Todo ello es una barrera para el control óptimo de la enfermedad, algo que lleva a una situación de infratratamiento en muchos casos. Por lo que incorporar fármacos que actúen sobre otras vías relacionadas con la fisiopatología de la DMAEn y el EMD, podría aumentar la durabilidad, reduciendo la carga del tratamiento”.

La DMAE es una enfermedad degenerativa crónica y progresiva de la retina y una de las principales causas de deterioro de la visión en personas mayores de 50 años y el EMD es una complicación de la diabetes que afecta al 7 por ciento de las personas que conviven con esta patología. Estas afecciones de la retina son dos de las principales causas de pérdida de visión en todo el mundo. 

“Espaciar el intervalo de tratamiento es algo fundamental, teniendo en cuenta la cantidad de veces que tienen que acudir estas personas a la consulta. La disponibilidad de faricimab en España es el resultado de años de investigación pionera, en la que han tenido una gran implicación los profesionales sanitarios, en este caso de los oftalmólogos. En Roche tenemos un gran compromiso con las enfermedades oftalmológicas y, concretamente, con los problemas de retina. Más allá de buscar opciones terapéuticas innovadoras y eficaces, para nosotros es una prioridad conseguir mejorar la calidad de vida de los afectados”, sostiene Beatriz Pérez Sanz, directora médico de Roche Farma España.

Detección y seguimiento

En muchos casos ambas enfermedades son difíciles de tratar, teniendo en cuenta que la forma en que se desarrollan y progresan varía de una persona a otra. Una detección precoz y un correcto diagnóstico, así como iniciar el tratamiento lo antes posible son esenciales para poder lograr y mantener los beneficios funcionales.

Respecto a su seguimiento, S. Figueroa especifica que “aunque su detección está muy estandarizada a través de la Tomografía de Coherencia Óptica, una herramienta esencial para su diagnóstico, así como para el seguimiento y evaluación de la respuesta al tratamiento, se trata de enfermedades crónicas, en las que se requieren revisiones periódicas y, muchas veces, tratamientos continuos. Lo cual genera una gran carga asistencial”. Por su parte, García Layana subraya la importancia de que exista una estrecha colaboración entre Atención Primaria, oftalmólogos generalistas y retinólogos “para que su diagnóstico sea rápido y preciso. Es necesario establecer esos circuitos de derivación que permitan agilizar los tratamientos, sin sobrecargar a los servicios que ya de por sí están muy saturados”.


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