Los linfomas T periféricos son tumores malignos del sistema linfático. Estos, representan entre el 12 y el 15 por ciento de los linfomas no Hodgkin y son un grupo heterogéneo de patologías agresivas y de mal pronóstico. Esta heterogeneidad precisamente es la que hace que, a pesar de los amplios progresos que se han logrado en el campo de la oncohematología, el avance en estos linfomas sea mucho más complejo. Aun así, los nuevos anticuerpos monoclonales han demostrado eficacia y tolerancia, tanto en monoterapia como combinados.

Las sesiones sobre actualización en linfomas T periféricos organizadas por Takeda y avaladas por la Sociedad Española de Anatomía Patológica (SEAP) han puesto de manifiesto este problema. Especialistas en Hematología y Anatomía Patológica reunidos en dichos encuentros coincidieron en que estas enfermedades suponen un auténtico reto diagnóstico y terapéutico; en términos de detección de estos tumores la principal dificultad es que son muy poco frecuentes a lo que se suma el hecho de que cada caso tiene características muy diferentes.

Diagnóstico molecular

Miguel Ángel Piris, del Servicio de Anatomía Patológica de la Fundación Jiménez Díaz, en Madrid, señala que los ejes fundamentales de diagnóstico y terapia de estos tumores han sido trasladados desde los linfomas B, que son más frecuentes. “La clasificación de éstos se realiza a partir de las alteraciones moleculares; sin embargo, en los linfomas T no se encuentran las traslocaciones características de los linfomas B, sino un mapa mutacional menos preciso, por lo que para el diagnóstico de los linfomas T usamos una combinación de rasgos morfológicos y fenotípicos en el diagnóstico”. “Por otro lado, la terapia citotóxica (para atacar a las células cancerosas) que se ha demostrado moderadamente útil en linfomas B es menos eficaz en linfomas de células T, donde solo cura alrededor del 25-30% de pacientes”, explica este experto.

Con todo esto como premisa, Piris expone que en la especialidad se ven obligados a “seguir aprendiendo cómo diagnosticar y tratar estos tumores, cuál es la forma más reproducible y útil clínicamente de diagnosticarlos y cuáles son las dianas terapéuticas apropiadas”. Así, bajo su punto de vista, “una de las enseñanzas más importantes en torno a estos tumores es que muchas neoplasias de linfocitos T se originan en un contexto de alteraciones en precursores hematopoyéticos, es decir, no son solo proliferaciones clonales de linfocitos T, sino que están asociadas con alteraciones típicas de mielodisplasia (trastorno relacionado con la producción de las células sanguíneas)”.

Fármacos específicos

Esta diversidad entre linfomas T periféricos dificulta el hallazgo de fármacos específicos. Aunque existen tratamientos estándar en primera línea, no han logrado mejorar el pronóstico de este conjunto de enfermedades. En concreto, la pauta habitual – denominada CHOP: ciclofosfamida, doxorrubicina, vincristina y prednisona- obtiene pobres resultados. Sin embargo, la llegada de los anticuerpos monoclonales ha traído esperanza a los pacientes por su eficacia y tolerancia, tanto en monoterapia como combinados.

Eva Domingo, del Servicio de Hematología Clínica del ICO-Hospital Duran i Reynals, indica que “los linfomas T suelen ser muy agresivos, con una tasa alta de recaídas o enfermedad refractaria, y hoy en día se dispone de pocos fármacos que sean dianas terapéuticas específicas”. “Por este motivo, es importante disponer de una primera línea de tratamiento efectiva, con alta tasa de respuestas completas mantenidas, ya que en muchas ocasiones la enfermedad solo responderá a esta línea”, señala.

Innovaciones en la materia

En cuanto a las innovaciones en este campo, Miguel Ángel Canales, jefe de Sección Hematología en Hospital Universitario La Paz, el mayor conocimiento de la biología de la enfermedad ha permitido la introducción de fármacos más específicos pero que no han mejorado de forma global el pronóstico de este tipo de linfomas; a pesar de esto, el desarrollo de la inmunoterapia ha supuesto una esperanza para estos pacientes.

“En concreto, el anticuerpo monoclonal conjugado conocido como brentuximab vedotina, dirigido frente al antígeno CD30 (que se expresa en la práctica totalidad de los linfomas T anaplásicos y en una proporción significativa de otros tipos de linfomas T periféricos) ha supuesto un avance terapéutico notable en este tipo de linfomas. Este anticuerpo lleva unido un agente citótoxico que se libera tras su unión con el antígeno, eliminando así las células tumorales”, señala Canales.

Domingo coincide en esta idea, expresando que el futuro pasa por las combinaciones específicas de fármacos por subtipos moleculares, más que combinar nuevos fármacos con quimioterapia, de modo que la tendencia es sustituir la quimioterapia convencional por la medicina de precisión. “En la actualidad, se están ensayando nuevas dianas terapéuticas en combinación con la quimioterapia convencional o en combinación con agentes inmunomoduladores o anticuerpos monoclonales. Son esquemas denominados ‘chemo-free’, que deben mejorar los resultados de la primera línea de tratamiento”, subraya.

Potencial de los anticuerpos monoclonales

Además, sobre el anticuerpo monoclonal conjugado anti-CD30, sumado a la quimioterapia convencional, Domingo considera que ha supuesto un nuevo estándar de tratamiento en pacientes con linfoma T periférico CD30 positivo, demostrando una mejora del porcentaje de pacientes con respuesta completa y de la supervivencia. Aquí, resalta que “se trata del primer anticuerpo monoclonal que demuestra efectividad significativa en los linfomas T”.

El estudio Echelon-2 es el primer ensayo aleatorizado que demuestra un beneficio sobre la supervivencia en este tipo de linfomas, según indica el doctor Canales “el estudio Echelon-2 ha demostrado que la combinación de brentuximab vedotina y CHP (ciclofosfamida, adriamicina, prednisona) mejora la supervivencia libre de progresión y supervivencia global en comparación con el esquema tradicional CHOP en el tratamiento de primera línea de los linfomas T periféricos que expresan CD30”.

Por su parte, Andrea Naves, Directora Médica para la Unidad de Oncología de Takeda Iberia, afirma: “La complejidad en el diagnóstico y tratamiento del linfoma T supone un reto para Takeda, que asumimos con gran responsabilidad porque somos conscientes de que los pacientes que sufren este tipo de tumor aún tienen necesidades médicas no cubiertas”.


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