Albert Bourla, CEO de Pfizer a nivel global, ha publicado una carta con su opinión sobre la liberación de patentes de vacunas contra la COVID-19. «El reciente anuncio de que la Oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos debatirá opciones para renunciar a algunos derechos sobre la propiedad intelectual de las vacunas contra la COVID-19 ha generado bastante confusión. ¿Ha hecho Pfizer lo suficientes para garantizar una distribución justa y equitativa de nuestra vacuna? Esta exención, ¿traerá soluciones o creará más problemas?», plantea Bourla.
Garantía de acceso
El CEO de la compañía señala que «la distribución justa y equitativa fue nuestro objetivo desde el primer día». Precisa que «para garantizar que todos los países puedan tener acceso a la vacuna COVID-19, se tuvieron que cumplir dos condiciones: un precio asequible para todos y garantizar una producción suficiente». «El primer requisito se cumplió en los primeros días», detalla Bourla. A este respecto explica que «en junio de 2020 se decidió ofrecer nuestra vacuna a través de precios escalonados; las naciones más ricas se les fijó un coste, a los de ingresos medios se impuso un precio reducido a aproximadamente la mitad y a los de menos ingresos se les ofrecieron dosis a precio de coste», afirma. Siguiendo este hilo, Bourla especifica que «la equidad no significa dar a todos lo mismo; significa dar más a aquellos que lo necesitan».
En cambio, Bourla define el segundo criterio a cumplir como «más desafiante»; aun así, considera que «se está logrando a una velocidad notable». «Gracias al trabajo de nuestros científicos, ingenieros y resto de empleados, sumado a la gran inversión, anunciamos que proporcionaremos al mundo más de 2.500 millones de dosis en 2021; de hecho, el objetivo interno de la compañía es alcanzar los 3.000 millones de dosis», asegura. Asimismo, concreta que «alcanzar 3.000 millones de dosis este año, significa, por extrapolación, 4.000 millones de dosis en 2022».
El CEO de Pfizer indica que estas dosis no están asignadas, sino que han sido producidas para distribuir a nivel global; «hemos concluido acuerdos para abastecer a 116 países y actualmente hay negociaciones avanzadas con muchos más respecto a un total de 2.700 millones de dosis en 2021». Con todo ello, asevera que «una vez finalizados todos los acuerdos, se espera que el 40 por ciento de ellos vaya hasta países de ingresos medios y bajos en 2021».
Diferencias en la distribución
Para Bourla, los datos expuestos, plantean otra pregunta. «Hasta ahora, hemos enviado aproximadamente 450 millones de dosis y el saldo es más favorable a países de ingresos altos, ¿por qué?». Aquí, explica que cuando desarrollaron la política de precios escalonados, dialogaron con todos los países para asignar las dosis; los países de ingresos altos fueron los que reservaron una mayor parte de las dosis. Bourla señala que contactó directamente con representantes de estados con ingresos medios y bajos para ofrecerles esta posibilidad.
La respuesta de estos, apunta Bourla, fue que «la mayoría prefirió hacer pedidos a otros fabricantes, ya sea porque la tecnología de ARNm no se había probado en ese momento o porque se les ofrecieron opciones de producción local; de hecho, hay países que ni siquiera aprobaron la vacuna de Pfizer». Según el representante de la compañía, los problemas vinieron más tarde. «Otros productores de vacunas no pudieron cumplir sus compromisos de suministro y, aquellos que no nos eligieron inicialmente, regresaron», declara. «Gracias a nuestro aumento de la oferta, hemos comenzado a firmar acuerdos de suministro con ellos y esperamos que el equilibrio de la oferta juegue a su favor en la segunda mitad de 2021, proporcionando un suministro suficiente para todos en 2022».
Bourla trasladó todos estos hechos a la la Oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos, tratando de explicar por qué la liberación de patentes podría frenar el progreso alcanzando en vacunación. Esto, dice, le planteó una segunda cuestión: «¿La exención propuesta mejorará la situación del suministro o creará más problemas?; mi respuesta es, categóricamente, la segunda», asevera.
Proceso de producción
Así, el CEO de Pfizer explica todo el proceso. «Cuando creamos esta vacuna, no había producción de vacunas o medicamentos de ARNm en ningún lugar del mundo y tuvimos que crear infraestructura desde cero; con la experiencia de la compañía, un importante despliegue de capital y un ejército de empleados de diferentes áreas, desarrollamos en tiempo récord una máquina de fabricación ampliamente eficiente», narra Bourla. «En el momento actual, la infraestructura no es el cuello de botella para producir más rápido; el escollo es la escasez de materias primas altamente especializadas necesarias para producir nuestra vacuna», concreta. Son muchos los proveedores que contribuyen en todo el proceso, y en palabras de Bourla «prácticamente cada gramo de materia prima producida se envía de inmediato a nuestras instalaciones de fabricación y se convierte de manera inmediata y confiable en vacunas que se envían inmediatamente a todo el mundo».
Con todo esto, afirma tajante que «la exención propuesta para las vacunas COVID-19 amenaza interrumpir el flujo de materias primas; desencadenará una lucha por aquellos productos críticos que requerimos para hacer una vacuna eficaz». Además, resalta que «es probable que las entidades con poca o ninguna experiencia en la fabricación de vacunas entren en esta lucha por materias primas que necesitamos para escalar nuestra producción, lo que pone en riesgo la seguridad de todos».
Inversión en I+D
Para finalizar, Bourla expresa su preocupación porque «la renuncia a la protección de patentes disuada a personas o compañías de asumir riesgos de este calibre». En su caso, indica, «desplegamos 2.000 millones de dólares antes de saber si podríamos desarrollar con éxito esta vacuna porque comprendimos lo que estaba en juego; recientemente, autoricé gastar 600 millones adicionales en I+D de COVID-19, lo que elevará el gasto total en I+D en 2021 a más de 10 millones de dólares».
Invertir estas cantidades es posible para compañías grandes, como Pfizer, que están dispuestas a seguir arriesgando capital en pos de la innovación. Pero Bourla muestra su preocupación indicando no estar seguro «de que ocurra lo mismo con empresas pequeñas de innovación; estas dependen totalmente de los inversores, quienes a su vez aportan financiación bajo la premisa de que su propiedad intelectual quede protegida».
En definitiva, para Bourla, liberar las patentes de las vacunas no es la solución a esta pandemia. «Seguimos focalizados en ofrecer vacunas de calidad, seguras y eficaces para pacientes alrededor de todo el mundo; no permitiremos que la política se interponga en nuestro camino y seguiremos tratando de crear avances que cambien la vida de los pacientes».