Para abordar la amiloidosis por transtiretina, se han producido grandes avances y novedades en los últimos años en cuanto su diagnóstico y tratamiento, tal y como ha expuesto a EG Lucía Galán, del Servicio de Neurología del Hospital Clínico San Carlos y una de las ponentes y moderadora de las las Jornadas de Amvuttra (vutrisiran), organizadas por Alnylam.

En España hay dos tipos de tratamientos aprobados. Por un lado, Galán alude a los estabilizadores, fármacos que “hace un tiempo se han aprobado también para el corazón en una dosis diferente”. Y, por otro lado, existen otros tratamientos, como Amvuttra, que son “silenciadores del ARN”. “En este caso, lo que ocurre es que el gen de la transtiretina está mutado y lo que hacen estos tratamientos es reducir, a nivel del ARN, la producción de la proteína en un porcentaje que oscila entre un 60 y un 80 por ciento“, indica. “Va a un punto muy inicial del desarrollo de la enfermedad”, añade.

Y es que, mientras los estabilizadores retrasaban la progresión de la enfermedad, con los silenciadores la enfermedad “se para o incluso mejora” en la mayoría de los pacientes. Por tanto, “hay un cambio con respecto al grado de eficacia y también con respecto a la mejora de la disautonomía que tienen muchos de estos pacientes, es decir, en el control a nivel neurológico de las vísceras, de la digestión, de la tensión…”, apunta Galán. Además, otra diferencia con tratamientos previos es que “se pueden usar incluso en pacientes más avanzados”.

Por otra parte, las novedades que aportan los nuevos tratamientos aprobados de ARN de interferencia suponen grandes beneficios para el paciente, como Amvuttra. “La diferencia de este fármaco con respecto a otros es la forma en que se transporta, que hace que se pueda administrar con una frecuencia menor, no necesita premedicación y es subcutáneo, por lo que es bastante más cómodo para el paciente”, afirma Galán.

En este contexto, explica que con el tratamiento intravenoso se necesitaba poner corticoides, antihistamínicos, inhibidores de la bomba de protón, etc. y “la propia premedicación también tenía sus efectos secundarios”, por lo que estos fármacos innovadores suponen una gran ventaja.

Cuidado multidisciplinar

La amiloidosis por transtirretina es una enfermedad sistémica que “puede afectar a cualquier órgano”. “Aunque afecta, sobre todo, al nervio periférico y al corazón, también puede dar problemas oculares o renales”, apunta Galán. En este sentido, el “cuidado ideal” de estos pacientes “debe hacerse por equipos multidisciplinares“, algo que es crucial para su diagnóstico.

Precisamente, Galán apunta que, a pesar de que “generalmente estos pacientes empiezan bien por la neuropatía o bien por la cardiopatía”, como afecta a diferentes órganos, “existen una serie de síntomas que, si se ven juntos, deben hacer pensar en la enfermedad“.

De hecho, “en los últimos años se le está dando mucha importancia a las manifestaciones osteoarticulares de la enfermedad, porque parece que empiezan mucho antes que los otros síntomas”, apunta la experta. “Es verdad que algunas manifestaciones son frecuentes en población general, como el síndrome del túnel del carpo, la estenosis de canal e incluso problemas a nivel de las articulaciones, y por sí mismas no te van a hacer sospechar la enfermedad, pero si se asocian a otros síntomas, permitiría diagnosticar la enfermedad antes”, agrega.

Sin embargo, Galán señala que en España, “para poder poner un tratamiento etiológico, se necesita o bien tener neuropatía o bien tener cardiopatía”. “Por tanto, aunque diagnostiques la enfermedad, hasta que la neuropatía o la cardiopatía no se presente, no la podrías tratar”, expone. Eso sí, un diagnóstico temprano permitiría realizar un “seguimiento más estrecho”, de manera que, en el momento de que comiencen los primeros síntomas, se pueda empezar a tratar.

Diseño de futuros fármacos

Los fármacos actuales van dirigidos a las células hepáticas, pues la transtiretina, que es la que realmente causa la enfermedad, “se produce en su mayoría en el hígado”. “Se consigue, si el efecto biológico se cumple, reducir la producción transtiretina del hígado y, por tanto, todo el depósito que se produce sistémico”, explica Galán.

Pero, tal y como apuntó Alberto Torres, director médico de Alnylam en España, “una cosa es la localización donde se produce la enfermedad y otra es donde realmente se sintetiza la proteína”. Así, Galán afirma que existe un “pequeño problema, común a todos estos fármacos”: “Hay un pequeño porcentaje de transtiretina que se produce en el ojo y en el cerebro y este tipo de tratamiento no llega ahí“, asegura.

“Habría que modificar el tipo de tratamiento o la vía de administración, pero, de momento, este tipo de tratamiento controla las manifestaciones más iniciales e incapacitantes, porque controla la producción hepática”, señala. Por ello, en un futuro, es muy probable que resulte necesario “diseñar tratamientos que lleguen también a controlar las manifestaciones oculares y las manifestaciones cerebrales”.


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