Los conjugados anticuerpo-fármaco (ADCs- antibody-drug conjugates) combinan la especificidad de los anticuerpos monoclonales con la potencia de los fármacos citotóxicos para crear una ‘quimioterapia de precisión’. La promesa científica es real y en la actualidad ya se han aprobado más de una docena en Estados Unidos. Uno de los ADC con más valor terapéutico es Enhertu (trastuzumab deruxtecan), desarrollado por la alianza Daiichi/AstraZeneca, y que recibió aprobación por parte de la Comisión Europea en agosto de 2022 para el tratamiento de pacientes adultos con cáncer de mama HER2 positivo no resecable y/o metastásico que han recibido uno o más regímenes previos anti-HER2, ampliando así su indicación en la UE para un uso más temprano en cáncer de mama metastásico HER2 positivo.

El consenso de Evaluate Pharma estima que el valor total de las fusiones, adquisiciones y alianzas centradas en los ADC se acercó a los 92.045 millones de euros en 2023, lo que supone más del triple que en 2022 y nueve veces más que en 2019. En 2023, Pfizer pagó 39.579 millones de euros por Seagen con el objetivo de reforzar su área oncológica, AbbVie desembolsó más de 9.204 millones de euros por ImmunoGen, pionera en ADC, mientras que MSD desembolsó 3.681 millones de euros a Daiichi Sankyo por una parte de tres de sus ADC. Pero la acción en este campo ha continuado en 2024, con el acuerdo en efectivo de 1.840 millones de euros de Johnson & Johnson por Ambrx Pharma y el acuerdo de licencia de Roche con MediLink Therapeutics en enero. 

Por su parte, Eli Lilly y Bristol Myers Squibb (BMS) se han equipado con ADC y tecnologías de enlace a través de pequeñas adquisiciones. En junio de 2023, Lilly pagó unos cuantos millones por la start-up alemana Emergence, cuyo ADC preclínico dirigido a Nectin-4 utiliza una tecnología de enlazador con licencia de Mablink Bioscience, con sede en Lyon (Francia). El pasado año, BMS también desembolsó 23 millones de dólares por el acceso a la tecnología de conjugación de Tubulis y otros 100 millones por el conjugado de fase I anticuerpo-proteína degradante de la surcoreana Orum Therapeutics. GSK también volvió a sumergirse en los ADC, con un acuerdo de licencia inicial de 85 millones de dólares en diciembre de 2023 por los derechos del ADC contra tumores de ovario/endometrio de Hansoh Pharma. El fármaco se encuentra en ensayos de fase I en China, otra región que disfruta del auge de los ADC.

En la actualidad, Roche encabeza el listado de ADC en 2023, con Kadcyla, ADC contra el cáncer de mama, y Polivy, terapia contra el linfoma, cuyas ventas anuales combinadas ascienden a más de 2.760 millones de euros. No obstante, se prevé que Daiichi Sankyo se sitúe a la cabeza en 2028, con unas ventas combinadas cercanas a los 9.202 millones de euros gracias a Enhertu y al esperanzador datopotamab deruxtecan, actualmente en fase III, pero cuyos resultados positivos en septiembre lo acercan a la presentación reglamentaria. Ambos forman parte de la alianza con AstraZeneca. Por su parte, Pfizer ocupará el segundo lugar en 2028, gracias a las nuevas terapias que surjan fruto del acuerdo con Seagen.

Principales dificultades

La cartera de ADC está repleta de promesas de nueva generación, además de nuevas indicaciones y combinaciones para terapias ya existentes. Según BioMedtracker, existen más de 150 programas en fase clínica, de los cuales casi cuarenta están en fase II y una docena en fase III. A pesar de ello, acceder a los activos en fase inicial es complicado por las dificultades derivadas de encontrar la combinación adecuada de anticuerpo y tecnología de enlace.

En células cancerosas, los enlazadores determinan la cantidad de carga útil que se puede transportar (la proporción fármaco-anticuerpo) y cuándo y dónde se libera. “Si la carga se libera antes de tiempo, o fuera del objetivo, se limitará la eficacia de la ADC (en el mejor de los casos) o, en el peor, se dañará el tejido sano”, determina Evaluate Pharma. Por ejemplo, Pfizer tuvo que rediseñar y relanzar el primer ADC aprobado de la historia, Mylotarg, debido a la toxicidad derivada de un enlazador inestable. AbbVie pagó casi 6.000 millones de dólares por Stemcentrx en 2016, pero el ADC estrella Rova-T fracasó dos años después.

Siguiendo con los contratiempos, GSK retiró Blenrep (belantamab mafodotin), un fármaco contra el mieloma múltiple, del mercado estadounidense a finales de 2022 tras el fracaso de un ensayo de confirmación. En la actualidad siguen investigándolo; mientras que Zynlonta, un fármaco contra el CD-19 de ADC Therapeutics, que obtuvo una aprobación acelerada en 2021 para el linfoma de células B, fracasó en un ensayo de fase II de combinación con rituximab debido a efectos adversos.