Por Mónica M. Bernardo
La innovación en medicamentos está consiguiendo alargar la esperanza de vida, mejorar la calidad de esos años de vida ganados y generar un ahorro en el coste de los tratamientos. Apoyar estas afirmaciones con datos es fundamental para cuantificar el coste-beneficio que aportan los nuevos fármacos. Un aporte que realiza el profesor Frank Lichtenberg, de la Universidad de Columbia y uno de los autores pioneros en este campo y de los más prolíficos.
Este académico estadounidense cuenta con numerosos trabajos elaborados para distintos países con el objetivo de analizar si los nuevos medicamentos son más productivos, en términos de coste-beneficio, que los tradicionales.
Su último trabajo, aún por publicar, es un estudio sobre el tratamiento del cáncer en España, cuyas principales conclusiones ha adelantado en el Foro de Alto Nivel: ‘El medicamento y el valor social de invertir en Sanidad’, organizado por Farmaindustria.
En las últimas décadas se ha logrado un enorme progreso en el manejo del cáncer. La investigación molecular y genómica han avanzado mucho sobre el conocimiento de esta patología, y la medicina de precisión ha empezado a ganarle terreno a otras terapias más convencionales.
Reducción de la mortalidad
El estudio del profesor Lichtenberg se ha centrado en el análisis del impacto de los medicamentos innovadores en el tratamiento de los pacientes oncológicos en nuestro país, entre 1999 y 2016. Entre sus principales conclusiones, el informe concluye que hasta el 96 por ciento del incremento de la esperanza de vida de estos pacientes es gracias a las nuevas moléculas. Un dato que traduce en un retraso de la edad de fallecimiento una media de 2,77 años en las personas con cáncer.
Este porcentaje está en línea con otros trabajos suyos realizados en 2010 que cifran en un 73 por ciento el incremento de la esperanza de vida en los países desarrollados gracias a la aparición de nuevos medicamentos.
En datos absolutos, el informe sobre el cáncer en España apunta a una reducción de 42.132 muertes a causa de tumores a lo largo de 2016, un 29 por ciento menos de las esperables de no haber sido por la llegada de las mencionadas innovaciones farmacéuticas.
Cuanto más moderno es el arsenal terapéutico contra un tipo de cáncer, menos muertes prematuras se producen y, por tanto, hay menos años de vida potencial perdidos (AVPP), tal como reza el estudio. Siguiendo ese razonamiento, la llegada al mercado de nuevos medicamentos oncológicos durante el periodo del estudio ha logrado reducir 330.000 AVPP antes de los 75 años, explicó Lichtenberg.
Ahorro en el gasto
Esa inversión que se hace en medicamentos innovadores, además de tener un efecto en el incremento de la esperanza de vida y en la calidad de los años vividos, también supone un ahorro en el uso de los recursos sanitarios y un aumento de la riqueza económica.
En lo que se refiere a ahorro económico, varios trabajos realizados en Estados Unidos por este estudioso del valor del medicamento han evidenciado el efecto compensatorio que supone la innovación farmacéutica. De ese modo, por cada euro de gasto en nuevos fármacos se consigue un ahorro directo en otras prestaciones sanitarias de entre 2,3 y 7,2 euros. Un montante que sale, principalmente, de las hospitalizaciones evitadas, dice el profesor.
Volviendo al estudio realizado en España, el trabajo cuantifica que cada año de vida ganado supone un gasto en nuevos medicamentos de 3.269 euros, una cantidad que, en su opinión, implica un alto nivel de coste-efectividad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que las intervenciones de salud que evitan un año de vida ajustado por discapacidad (DALY, por sus siglas en inglés) son ‘muy coste-efectivas’ si están por debajo de la renta per cápita de un país.
Teniendo en cuenta esta máxima, el PIB per cápita en España en 2016 fue de 23.962 euros, por lo que los más de 3.200 euros invertidos cada año de vida ganado en los pacientes oncológicos está muy lejos de alcanzar la referencia de la entidad mundial.
Ganancia en productividad
En cuanto a la riqueza económica producida por el uso de nuevos medicamentos, ésta va asociada a las ganancias en productividad así como en al reducción del absentismo laboral de los pacientes. Beneficios que, en definitiva, contribuyen directamente en el PIB y en el crecimiento económico.
Según los datos de Farmaindustria, el stock de nuevos medicamentos genera una ganancia media de productividad laboral anual de entre 2 y 8 veces su coste, mientras que cada nuevo medicamento aprobado se traduce en un ahorro total de unos 200 años de trabajo perdidos por mortalidad prematura y jubilación anticipada.
Por último, el trabajo del profesor Lichtenberg también se ha centrado en el diagnostico temprano del cáncer y su relación con el descenso de la mortalidad. Según el estudio, “una disminución del 2,2 por ciento en la edad media del paciente en el momento del diagnóstico reduciría en un 7,3 por ciento el número de muertes por cáncer en nuestro país”. Por ello, tanto la detección temprana como la innovación terapéutica juegan un papel importante en el pronóstico del paciente.