La resistencia a los antimicrobianos (RAM, por sus siglas en inglés) es una de las amenazas sanitarias mundiales más urgentes en la actualidad. Sólo en Europa, la RAM se cobra 35.000 vidas al año, con unos costes sanitarios y unas pérdidas de productividad estimados en 1.500 millones de euros anuales. Sin una actuación inmediata, estas cifras están abocadas a empeorar en los próximos años. La Federación Europea de Industrias y Asociaciones Farmacéuticas (EFPIA, por sus siglas en inglés) considera que la lucha contra la RAM requiere un planteamiento polifacético que abarque la salud humana, la sanidad animal y el medio ambiente. “Cada ámbito presenta sus propios costes y retos. Una cosa es cierta: La RAM es un fenómeno natural, lo que significa que los tratamientos antimicrobianos existentes perderán inevitablemente su eficacia con el tiempo. Por tanto, es imperativo desarrollar nuevos antimicrobianos para sustituir a los que pierdan eficacia”, argumenta.

La patronal de la industria farmacéutica europea admite que resulta alarmante que la cadena de producción de antimicrobianos esté tan poco desarrollada. Según la revisión anual de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de los agentes antibacterianos en desarrollo clínico y preclínico, la investigación y el desarrollo (I+D) de nuevos medicamentos antibacterianos es insuficiente para hacer frente al creciente desafío de la RAM.

Las razones de este reto están bien documentadas. En primer lugar, la EFPIA afirma que “desarrollar un antimicrobiano innovador es comercialmente inviable porque necesita venderse en bajas cantidades para preservar su eficacia y su precio es muy bajo“. Además, admite que la I+D de antimicrobianos se enfrenta a obstáculos únicos, como la dificultad de reclutar suficientes pacientes para los ensayos, sortear estrictos requisitos normativos, abordar las complejidades de los entornos de infección y gestionar la aparición de resistencias. Por otro lado, el coste medio del desarrollo de un nuevo antibiótico puede ascender a 1.500 millones de dólares, mientras que los ingresos medios anuales derivados de su venta son de tan sólo 46 millones de dólares. “En otras palabras, para los antimicrobianos, el sistema tradicional de propiedad intelectual debe complementarse con estructuras de incentivos adicionales”, dice la EFPIA.

Incentivos para nuevos antimicrobianos

Aunque el debate sobre la mejor manera de incentivar el desarrollo de antimicrobianos lleva muchos años abierto, las soluciones concretas a nivel de la Unión Europea (UE) no han surgido hasta los últimos meses, gracias a la revisión de la legislación farmacéutica general de la UE. Hay consenso sobre un punto crítico: una combinación de incentivos ‘push’ y ‘pull’ es esencial para revitalizar el proceso. Los incentivos ‘push’, que ya se aplican en todo el mundo, apoyan el desarrollo de nuevos productos en las fases iniciales. Por su parte, los incentivos ‘pull’, actualmente insuficientes, recompensan el desarrollo satisfactorio de antimicrobianos en función de la capacidad del producto para responder a necesidades no cubiertas, a un nivel suficiente para permitir nuevas inversiones en I+D.

Para garantizar que un incentivo ‘pull’ sirva efectivamente a su propósito de revitalizar la cadena de producción de antimicrobianos, deben cumplirse dos factores críticos e interrelacionados. En primer lugar, el incentivo debe ser previsible para las empresas y los inversores que financian los esfuerzos de I+D, ofreciendo la seguridad jurídica de que se concederá una vez que se desarrolle el producto. En segundo lugar, el incentivo debe ser lo suficientemente sustancial como para estimular la innovación. Si no se abordan estos dos factores, el desarrollo de nuevos antimicrobianos seguirá siendo comercialmente inviable, perpetuando el ciclo de opciones de tratamiento inadecuadas frente a la RAM”, precisa la EFPIA.

La patronal matiza que a nivel de la UE, los bonos de exclusividad transferibles (VET, por sus siglas en inglés) podrían desempeñar un papel clave para contribuir a un ecosistema global de incentivos que garantice el desarrollo de nuevos antimicrobianos y su puesta a disposición de los pacientes que los necesiten. En la revisión de la legislación farmacéutica general de la UE, la Comisión Europea ha propuesto un incentivo ‘pull’ de la UE en forma de VET. El Parlamento Europeo, en su posición de abril de 2024 sobre la legislación farmacéutica, ha mantenido el VET en condiciones más estrictas. La EFPIA explica que el VET presenta varias ventajas. En primer lugar, puede aplicarse eficazmente mediante legislación a escala de la UE, desvincula la recompensa de los volúmenes de ventas y, en condiciones razonables, podría proporcionar un incentivo significativo para estimular las inversiones en I+D antimicrobiana al ofrecer la seguridad jurídica necesaria gracias a su integración en la legislación de la UE.

Según la evaluación de impacto de la Comisión, el valor estimado de cada VET para los promotores se fija en 413 millones de euros. Esta cifra podría cubrir parte de la ‘parte equitativa’ de la UE estimada en 1.430 millones de dólares de un incentivo ‘pull’ global. “Aunque todos los incentivos ‘pull’, incluido el VET, tienen un precio, deben considerarse inversiones. Las cifras son contundentes. Los expertos calculan que un programa comunitario de incentivos antimicrobianos podría reportar a la UE 15.500 millones de dólares en beneficios totales a lo largo de 10 años. El rendimiento de la inversión es de 4:1, y en 30 años, de 11:1, calculado para 18 nuevos antibióticos en tres décadas”, afirma la patronal.

A pesar de ello, considera que la imprevisibilidad del VET es motivo de preocupación. Los críticos sostienen que el VET podría aplicarse a medicamentos de alto rendimiento, lo que tendría consecuencias imprevistas para los presupuestos públicos. Sin embargo, la propuesta de la Comisión incluye varias condiciones para garantizar que sólo los medicamentos que puedan acogerse a la protección de datos reglamentarios, con estrictos criterios asociados, puedan acogerse al VET. Los productos protegidos por datos reglamentarios constituyen aproximadamente un tercio de la cesta de productos, pero sólo representan el 23 por ciento de las ventas totales. En cambio, los productos protegidos por un certificado de protección suplementario representan los mayores volúmenes de ventas y no pueden acogerse al VET. Por lo tanto, “muchas estimaciones de costes del TEV se han inflado, a menudo basándose en productos históricos de altos ingresos que no cumplirían los criterios de TEV de la Comisión. Además, estas estimaciones suelen pasar por alto los costes asociados a los propios medicamentos genéricos”, dice la EFPIA.

Otros han argumentado que el VET no abordará adecuadamente los problemas de acceso, lo que ha llevado al Parlamento a proponer condiciones más estrictas para el VET, como obligaciones de suministro de productos. De hecho, el VET está diseñado principalmente para estimular la I+D y, tal y como propone la Comisión, sólo cubriría parte de la ‘parte justa’ de la UE de un incentivo global. Por lo tanto, necesitaría complementarse con medidas adicionales. Reconociendo esta limitación, la Comisión Europea está explorando modelos de acceso para complementar el VET.

Aunque el VET ha sido propuesto por la Comisión y confirmado por el Parlamento, en los últimos meses se han sugerido otras propuestas de incentivos. ¿Proporcionarán un incentivo financiero previsible y sustancial que pueda influir significativamente en las decisiones de inversión de los promotores? La Recomendación del Consejo de 2023 sobre la RAM y la posición en primera lectura del Parlamento de 2024 sobre la propuesta de Reglamento farmacéutico ofrecen varias soluciones, centradas en un elemento voluntario, que permite a los Estados miembro decidir si participan o no. Estas propuestas incluyen principalmente dos sistemas: modelos de suscripción voluntaria y premios por hitos.

El principal problema de la naturaleza totalmente voluntaria de los modelos de suscripción es la falta de claridad inicial sobre su valor previsto y sobre si se concederán o no. Esto da lugar a una falta de previsibilidad, lo que hace imposible que los desarrolladores planifiquen sus decisiones de inversión en I+D. “¿Y si, a pesar de las promesas iniciales, ningún país decide acogerse debido a cambios en las prioridades políticas nacionales? ¿Y si la cuantía del incentivo acaba siendo mucho menor de lo previsto inicialmente debido a compromisos de financiación insuficientes? En el mejor de los casos, un modelo de suscripción voluntaria podría ayudar a garantizar el acceso a los antimicrobianos existentes, y la Autoridad de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias (HERA, por sus siglas en inglés) de la Comisión ha anunciado recientemente un pequeño proyecto piloto con un presupuesto de 17 millones de euros para abordar esta cuestión”, precisa la EFPIA.

Actuar con eficacia

La revisión de la legislación farmacéutica general de la UE marca un hito importante en la lucha contra la RAM, ya que por fin se debaten soluciones concretas. A medida que avanzan las negociaciones sobre la legislación en el Consejo, insto a todas las partes interesadas a abordar estos debates con apertura y espíritu de colaboración. Las posibles consecuencias de la inacción son claras: un panorama fragmentado de medidas políticamente comprometidas que no abordan el problema de fondo de la insuficiencia de I+D, aumentan la burocracia y no alcanzan el objetivo de suministrar nuevos antimicrobianos a los pacientes, lo que incrementa los costes de la atención sanitaria y ejerce presión sobre nuestras economías. “Sigo siendo optimista y creo que podemos lograr el mejor resultado posible: un incentivo de atracción eficaz y del tamaño adecuado que sitúe a la UE a la vanguardia de la lucha contra la RAM en los próximos años, en beneficio de los pacientes y de nuestras economías”, concluye Kristine Peers, consejera general de la EFPIA.


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