La terapia con células CAR-T es un tratamiento oncológico único y personalizado diseñado para funcionar mediante la ingeniería de los propios glóbulos blancos del paciente y el aprovechamiento de su sistema inmunitario para tratar determinados tipos de cáncer de la sangre. Por tanto, aprovecha las células T del paciente para atacar y destruir selectivamente las células cancerosas.

Fundada en 2009 como pionera en la investigación de terapias celulares, la posición de Kite Pharma en el ámbito de la inmuno-oncología se consolidó con su acuerdo de investigación y desarrollo con el Instituto Nacional del Cáncer en 2012 y con la apertura de su centro de fabricación comercial en El Segundo en 2016. En 2017 Gilead adquirió la compañía y se hizo con su cartera de productos en desarrollo, que incluía Yescarta (axicabtagene ciloleucel/axi-cel) y Tecartus (brexucabtagene autoleucel). En la actualidad, Kite Pharma llega a más de 21.300 pacientes en todo el mundo a través de ensayos clínicos y de sus productos comercializados y alcanza el 96 por ciento de éxito en la fabricación de terapias de células CAR-T.

“Kite se dedica al 100 por cien a la promesa de la terapia celular y tiene todas las funciones críticas integradas verticalmente y centradas exclusivamente en este tratamiento altamente especializado”, explica Chris Crowell, vicepresidente de fabricación y jefe de la planta situada en Ámsterdam. Por tanto, la compañía trabaja en el desarrollo de procesos para pasar del laboratorio a la clínica, a la vez que posee capacidad interna de fabricación de vectores y clínica y fabricación comercial a escala mundial. La ciudad de Ámsterdam alberga una de las tres plantas de fabricación de células CAR-T de Kite con una inversión de 185 millones de euros. Esta cuenta con 19.000 metros cuadrados de instalaciones, 10 salas blancas, tecnología innovadora y emplea a más de 900 personas con más de 50 nacionalidades diferentes.

En octubre de 2019, cuando se empezó a utilizar en el Sistema Nacional de Salud (SNS) Yescarta, su indicación se limitó a pacientes con linfoma B difuso de células grandes (LBDCG) y linfoma B de alto grado (LBAG) tras dos o más líneas de tratamiento sistémico. No obstante, a principios de año, el Ministerio de Sanidad financió dos nuevas indicaciones de este tratamiento. La más significativa fue la indicación en segunda línea para el tratamiento de pacientes adultos con LBDCG y linfoma B de alto grado (LBAG) refractario o en recaída en los 12 meses después de haber completado inmunoquimioterapia de primera línea. Este hecho abrió una puerta de esperanza a los pacientes, ya que pueden optar a ser tratados mucho antes con un tratamiento eficaz sin esperar, fracaso tras fracaso mientras su estado general se deteriora y dificulta la respuesta al CAR-T.

Además, en la Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos (CIPM) también se decidió la financiación de Yescarta para el tratamiento de pacientes adultos con linfoma folicular (LF) refractario o en recaída, después de tres o más líneas de tratamiento sistémico. En la pasada Reunión Anual de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica (ASCO, por sus siglas en inglés), Kite presentó los resultados de un estudio clínico Fase III que mostró la mayor mejora alcanzada en los últimos 30 años en el tratamiento del lBDCG en recaída o refractario. De esta forma, se mostró que la supervivencia global (SG) de los pacientes con este tipo de tumor en recaída o refractario temprano mejoró significativamente con el tratamiento con axicabtagene ciloleucel (axi-cel), en comparación con la quimioinmunoterapia estándar actual.

En una mediana de seguimiento de 47,2 meses, el tratamiento demostró una mejora estadísticamente significativa de la SG con respecto al tratamiento estándar. Casi el 40 por ciento de los pacientes con LBCL que son refractarios o recaen después de los regímenes actuales de atención estándar de primera línea tienen mal pronóstico. En las lesiones más graves, el CAR-T actúa peor. Por eso el tiempo juega un papel crucial”, expresó Mariana Bastos, hematóloga del Hospital Universitario Gregorio Marañón.

A pesar de ser un avance significativo, actualmente están inscribiendo pacientes en un estudio en terapia de primera línea, el ensayo clínico ZUMA-23, para evaluar axi-cel en comparación con la quimioterapia. El estudio ZUMA-23 incluye a pacientes con un índice de pronóstico internacional, es decir, los de más alto riesgo. “Los pacientes reciben un primer ciclo estándar y después entran en el ensayo clínico para continuar el tratamiento estándar o recibir el CAR-T. En dicho estudio participan varios hospitales españoles”, sostuvo Alejandro Martín, secretario del Grupo Español de Linfomas y Trasplante Autólogo de Médula Ósea (GELTAMO) e investigador del Servicio de Hematología del Hospital Clínico Universitario de Salamanca. Por su parte, Tecartus está indicado en el tratamiento de pacientes adultos con linfoma de células del manto (LCM) refractario o en recaída después de dos o más líneas de tratamiento sistémico.

Hace cinco años, cuando se puso en marcha el Plan Nacional de Terapias Avanzadas, España se situó como punta de lanza en la implementación de este tipo de tratamientos para determinados tipos de cáncer hematológicos. Un lustro durante el que, de forma indudable, se han producido importantes avances que tan tenido un alto impacto transformacional en el pronóstico de los pacientes onco-hematológicos, según los expertos. “España empezó la aventura de la terapia celular estando a la vanguardia, siendo uno de los primeros países en reembolsar la tercera línea de linfoma agresivo. Después nos quedamos a la cola, pero ahora volvemos a estar en buen posición”, concluyó Marc Obrador, director de la Unidad de Terapias Avanzadas de Gilead/Kite España.


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