Fue en el año 1970 cuando el biólogo Frank Macfarlane Burnet expuso las bases de lo que hoy en día conocemos como inmunoterapia. Un modelo basado en potenciar el sistema inmune de los individuos para luchar contra diferentes enfermedades.
Pero no fue posible. Hubo que esperar hasta la década de los 90 para que el investigador japonés Tasuku Honjo y su equipo descubrieran el funcionamiento del receptor proteico CTLA-4 y la importancia de la proteína PD-1 para potenciar el sistema inmune, concretamente, en procesos de cáncer.
El doctor Honjo pasaba por Madrid hace unos días para participar en una jornada organizada por la Fundación Fernández Cruz y la Real Academia Nacional de Medicina (Ranme), institución de la que ha sido nombrado académico de honor. En este contexto, el investigador, que recibió el Premio Nobel de Medicina 2018, ofreció una conferencia magistral explicando el proceso que le llevó a descubrir cómo utilizar la inmunoterapia contra el cáncer. El hallazgo más importante del doctor Honjo y su equipo fue averiguar que, bloqueando el PD-1 en determinados tumores, se frenaba su progresión o incluso se lograba reducir los tumores.
Aprobación y uso
El melanoma, tal y como explicó Honjo, fue el primer tipo de cáncer en que se demostró que esta terapia era eficaz, extendiéndose luego estos estudios cada vez a más tipos de tumores. Dentro de este proceso, el año 2006 fue una fecha clave en el calendario, ya que fue cuando el primer fármaco de inmunoterapia fue aprobado por una autoridad regulatoria, en este caso la FDA. El medicamento en cuestión fue Opdivo (nivolumab) y se aprobó su uso en ensayos clínicos.
Para Honjo, el uso de este tipo de tratamiento contra el cáncer supone un cambio de paradigma, reportando menos efectos adversos para los pacientes, demostrando cada vez su eficacia en más tumores y registrando efectos más duraderos en comparación con otras terapias. De cara al futuro, el ganador cree que los siguientes avances pasarían por descubrir nuevos biomarcadores tumorales que aseguren la eficacia de los tratamientos.
En el futuro, el investigador japonés alberga la esperanza de que, al igual que nuestro sistema inmune se ha ido desarrollando y luchando por sí mismo contra diferentes enfermedades, sea capaz de detectar las células cancerígenas como ajenas a través de algunas de sus mutaciones, lo que considera que supondría pasar a un siguiente nivel en el abordaje del cáncer.
Honjo espera que en el futuro el sistema inmune reconozca las células cancerígenas, lo que supondría un gran avance
Combinaciones y biomarcadores
El principal problema de la inmunoterapia es que, hasta el momento, no se ha encontrado ningún marcador que sea óptimo para ver qué pacientes son idóneos para el tratamiento en términos de respuesta al mismo. Así lo exponía Alfonso Berrocal, jefe de Sección de Oncología del Hospital General de Valencia, quien también apostó por el uso de combinaciones para maximizar la efectividad de la inmunoterapia.
Para los pacientes que en principio no podrían beneficiarse de la inmunoterapia por tener tumores denominados como ‘fríos’, Alfredo Carrato, jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, propuso aplicar tratamientos que los conviertan en tumores calientes y poder así aplicarles la inmunoterapia. Para ello, explica que con la radioterapia, la quimioterapia o con otras terapias como la crioablación se podría generar esta transformación.
La investigación es imprescindible en este proceso, para el cual Carrato sugirió el uso de técnicas novedosas como la ejecución de ensayos 3D con bioimpresión, reproduciendo elementos como fibroblastos o células tumorales para ver de qué manera pueden responder a estos tratamientos.
En cuanto al estudio de nuevos biomarcadores, una de las conclusiones comunes residió en la necesidad de profundizar en el análisis de elementos como el microambiente o identificar aquellos indicadores que puedan ser potencialmente útiles tanto a la hora de identificar a los pacientes elegibles como al controlar el avance del tratamiento.
Asimismo, una de las grandes apuestas en esta materia pasa por el uso de la biopsia líquida para obtener datos en tiempo real del efecto que está teniendo el tratamiento aplicado sobre los pacientes, para ajustarlo o cambiarlo en caso de que sea necesario.
El hallazgo de biomarcadores óptimos es crucial para lograr que la inmunoterapia sea efectiva para más pacientes
Aumento de las indicaciones
Durante la sesión, oncólogos de diferentes especialidades analizaron el cambio que ha supuesto la inmunoterapia. Y es que, los resultados registrados en melanoma animaron a estudiar sus efectos en otros tumores rápidamente.
El cáncer de pulmón es otra de las especialidades en la que se ha logrado más éxito, siendo una parte fundamental la división de la enfermedad por tipos, en función de las características del tumor. En este sentido, los oncólogos destacan la respuesta obtenida en cáncer de pulmón de células no pequeñas (NSCLC). En esta patología la expresión de PD-1 o de su ligando (PD-L1) que muestran los pacientes es clave a la hora de seleccionarlos para el tratamiento.
Pero, paulatinamente, se empieza a aplicar este tratamiento en otros tipos de cáncer, como los tumores genitourinarios o los diferentes tipos de cáncer de cabeza y cuello, suponiendo una nueva esperanza para estos pacientes.
Con el ingente número de estudios que se están realizando en la actualidad, uno de los grandes desafíos de futuro pasa por que la comunidad médica asimile la gran cantidad de información disponible en cada especialidad para poderla incorporar a la práctica clínica.