La esclerosis múltiple (EM) ha experimentado un auténtico cambio de paradigma en los últimos 20 años al pasar de no disponer de ningún fármaco específico a contar con un verdadero arsenal terapéutico. Ahora, la investigación de la inhibición de la tirosina quinasa de Bruton (BTK) está demostrando un gran potencial en el tratamiento de la EM.

En este contexto, evobrutinib (un BTKi en investigación de Merck), ha demostrado beneficio clínico sostenido hasta por cinco años en personas con esclerosis múltiple remitente-recurrente (EMRR). Los datos se han presentado en la novena reunión conjunta del Comité Europeo para el Tratamiento y la Investigación en Esclerosis Múltiple (ECTRIMS) y el Comité Americano para el Tratamiento y la Investigación en Esclerosis Múltiple (ACTRIMS), que se está celebrando en Milán (Italia).

Evobrutinib (EVO) es un inhibidor covalente de BTK, altamente selectivo, penetrante en el sistema nervioso central (SNC), con potencial para atacar las células B y mieloides en la periferia y el SNC, lo que podría tener efectos sinérgicos en neuroinflamación, desmielinización y acumulación de discapacidad.

“La inhibición de la vía BTK tiene el potencial de dirigirse tanto a la inflamación iniciada periféricamente como a la inflamación compartimentalizada en el SNC, que impulsa la acumulación de discapacidad”, ha destacado Xavier Montalbanjefe de servicio de Neurología del Hospital Universitario Vall d’Hebron (HUVH), durante su intervención en el simposio ‘Addressing early smouldering inflammation and disease worsening in MS‘, impulsado por Merck.

Los nuevos datos del ensayo clínico OLE de fase II, han demostrado que los pacientes con EMRR tratados con evobrutinib continuaron teniendo tasas de recaída anualizadas (ARR) bajas, y una alta proporción de pacientes no mostró evidencia de empeoramiento clínico.

Datos adicionales del estudio informados por los pacientes mostraron mejoras estadísticamente significativas y clínicamente relevantes en la salud mental y la vitalidad, que está estrechamente relacionada con la fatiga, un síntoma común, a menudo debilitante, que puede afectar la calidad de vida de estos pacientes.

“Asimismo, los estudios han podido comprobar efectos de evobrutinib sobre los múltiples mecanismos biológicos que pueden subyacer a las acumulaciones de discapacidad, como las lesiones focales y el daño axonal”, ha señalado Montalbán, quien ha incidido en que la nueva generación de de BTKi “son más selectivos, lo que mejora su perfil de seguridad”.

En este sentido, evobrutinib también tiene el potencial de abordar directamente la inflamación latente en EMRR, un factor que anteriormente se subestimaba y que contribuye a la progresión de la enfermedad. Actualmente, no se aborda de manera suficiente con los tratamientos existentes.

Los datos del ensayo OLE de fase II en curso mostraron eficacia clínica y seguridad sostenidas durante cinco años de tratamiento con evobrutinib, sin evidencia de empeoramiento clínico (definido como ausencia de recaídas y progresión de la discapacidad) en el 87,1 por ciento de los pacientes en el quinto año. No se observaron nuevas señales de seguridad en el OLE y evobrutinib continuó mostrando una tolerabilidad constante hasta cinco años de tratamiento.

La progresión silenciosa

Mejorar la calidad de vida de los pacientes y permitirles participar en las decisiones de tratamiento son componentes fundamentales del enfoque actual en el manejo de la EM. Sin embargo, las medidas tradicionales como la Escala Expandida del Estado de Discapacidad (EDSS) pueden no ser suficientemente sensibles para detectar la discapacidad en las primeras etapas de la EM.

Siguiendo esta línea, el estudio ‘Correlations between patient-reported and clinical outcomes in patients with multiple sclerosis in the MS-LINK Outcomes Study cohort‘ presentado en el mismo simposio, pretende examinar los resultados informados por los pacientes (PRO) y su relación con las herramientas clínicas para facilitar la interpretación de resultados.

“Los PRO están infrautilizados actualmente, pero pueden proporcionar información valiosa sobre la progresión y tratamiento de la enfermedad porque capturan la perspectiva del paciente y pueden facilitar información continua ”, ha expuesto Riley Bove, profesora asistente en el Departamento de Neurología de la Universidad de California (San Francisco, EE.UU.).

En la encuesta llevada a cabo dentro del mismo estudio, la fatiga y la función física fueron identificados por los pacientes como los dos aspectos con más impacto en su vida diaria, independientemente de las recaídas de su patología.

“En este estudio se observa un deterioro significativo de los síntomas en pacientes con EM durante el último año, independientemente de la presencia de recaídas”, ha continuado la especialista. “El 62 por ciento de los pacientes, sin discapacidad o con discapacidad leve, experimentaron un empeoramiento en sus síntomas. Este porcentaje aumentó al 89 por ciento en pacientes con discapacidad moderada o severa”, ha expuesto.

Por su parte, la mayoría de los síntomas incapacitantes empeoraron en los 12 últimos meses. “El 21 por ciento de los pacientes experimentó un empeoramiento en la marcha, independientemente de si habían tenido una recaída o no y el 29 por ciento de los pacientes experimentó un deterioro en la fatiga, independientemente de la presencia de episodios de recaída”, ha incidio

La pregunta que ha lanzado la experta es si los PRO pueden detectar la progresión independiente de la actividad de los brotes (PIRA, por sus siglas en inglés) y marcar la diferencia en la clínica.

“Esta investigación representa un punto de partida para complementar las medidas clínicas tradicionales. Los resultados facilitarán investigaciones futuras sobre los cambios en estos valores a lo largo del tiempo y permitirá a los profesionales evaluar el impacto clínico de incorporar PRO en su estándar de atención”, ha concluido.


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