El recorrido terapéutico del abordaje del cáncer se remonta al siglo XIX, desde que en 1809 se extirpara el primer tumor sin anestesia. Otro de los hitos fue en 1889 cuando se descubrió el origen de la metástasis; un año más tarde comenzó a usarse el término quimioterapia.

En 1914 es cuando se establece la relación entre las mutaciones y el cáncer. No fue hasta 1964 cuando comenzaron los primeros estudios con cisplatino y el primer uso de la poliquimioterapia.

Años más tarde, en 1970 se secuenció el ADN, un hecho que aceleró significativamente la investigación y los descubrimientos en el campo de la biología. Este hecho fue de vital importancia para proyectos a gran escala como el Proyecto Genoma Humano, que logró completar el mapa completo de la secuenciación en 2003.

Con la secuenciación del ADN en la década de los 70 se aceleró significativamente la investigación

Pero nos tenemos que remontar varios años atrás cuando en 1980 se identifica el primer oncogen humano, precisamente, por un español: Mariano Barbacid.

Nuevo milenio

Con el nuevo milenio, la foto de la oncología cambió radicalmente. En 2003 se desarrolló el proyecto genoma humano. Un proyecto que estuvo dotado inicialmente con 3.000 millones de dólares. Gracias a la colaboración internacional se pudo completar dos años antes de lo esperado.

Unos meses más tarde aparece la biopsia líquida y el descubrimiento de las mutaciones del gen EFGR. Siguiendo esta estela, en 2005 descubren que los inhibidores PARP podrían atacar de forma específica células tumorales que presentan mutaciones BRCA1 y BRCA2.

La llegada de la biopsia líquida

Como explica el presidente de la Fundación ECO, Rafael López, en la actualidad, la biopsia líquida será y empieza a ser la herramienta principal para desarrollar la oncología de precisión. Esta, señala, cuenta con dos elementos: el fármaco y el biomarcador. “Ya tenemos el 60 por ciento de los fármacos que se registran asociados a un biomarcador”. Por ello, “es necesario contar con una o varias estrategias que incorporen a los biomarcadores”. En este sentido, la identificación de biomarcadores es uno de los avances más importantes en cáncer. Está permitiendo seleccionar el tratamiento para cada paciente. A día de hoy, es imposible manejar a pacientes oncológicos sin disponer de estas determinaciones moleculares. Es el caso del PDL en cáncer de pulmón o el BRAF en melanoma.

En la actualidad…

Para hablar de la inmunoterapia no nos tenemos que ir demasiado lejos. En 2015 comienzan a estudiarse las primeras combinaciones. Un hecho de plena actualidad y que sigue alzándose como una buena estrategia para combatir el cáncer.

La presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Enriqueta Felip, explica que, desde el punto de vista diagnóstico, la incorporación de mejores técnicas radiológicas, endoscópicas o metabólicas, junto con nuevos marcadores pronósticos y predictivos moleculares, han permitido realizar un diagnóstico más precoz y certero para guiarnos hacia una orientación terapéutica óptima en cada paciente. “Además, la innovación en las técnicas de abordaje quirúrgico y radioterápico, han permitido incrementar las tasas de curación con reducción de las secuelas para los pacientes tratados”, apunta.

En 2015 comenzaron a estudiarse las primeras combinaciones de inmunoterapia

A su juicio, en cuanto al tratamiento sistémico, cabría destacar la incorporación de las conocidas terapias dirigidas. Asimismo, “el desarrollo de fármacos que actúan sobre estas vías de crecimiento tumoral y potencial resistencia ha permitido identificar respuestas antitumorales extraordinarias”.

Otro gran hito, para esta oncóloga, ha sido el desarrollo de la inmunoterapia, con fármacos que permiten restaurar un funcionamiento adecuado del sistema inmune frente al tumor, o activar una respuesta inmune adaptada a los antígenos tumorales específicos. “El desarrollo en este sentido es incesante hacia nuevas vías de actuación sobre el sistema inmune adaptado a cada uno de los tumores”, acota la presidenta de SEOM.

En definitiva, con la llegada de estas revoluciones en el mundo del cáncer, los profesionales sanitarios buscan la manera de acercar estas innovaciones a los pacientes. La transformación en la investigación está obligando a una transformación 360º en la gestión de los recursos. El cambio de perspectiva forma parte ya del ADN.


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