| domingo, 26 de abril de 2009 h |

Yolanda Martínez Doctora en Periodismo y profesora de la UCM

La Grecia clásica nos evoca a una tierra paradisiaca: Arcadia, una región en realidad agreste y despoblada. En ese lugar se situaban las andanzas de dioses y ninfas. Los pastores de la Arcadia son el prototipo de habitante feliz, modelo para el resto de la Humanidad. Algo así parece que pretenden algunos líderes sanitarios. Así, parece que el Colegio de Médicos de Portugal quiere un referéndum para saber si sus colegiados están dispuestos a entregar medicamentos genéricos a los pacientes. Según su presidente, Pedro Nunes, se analiza realizar un concurso público para la compra de un genérico de cada sustancia activa para ofertarla a todo el país. De prosperar esa iniciativa los centros de salud, hospitales o consultorios lusos tendrían en su posesión los medicamentos genéricos por lo que los pasarían directamente a los pacientes.

En el nuevo sistema portugués las farmacias son de libre propiedad y es posible comprar medicamentos sin receta en otros establecimientos. Ahora se trataría de dar otra vuelta de tuerca farmacéutica. Cada vez que leo propuestas sanitarias cuya finalidad es arañar pequeñas cifras del gasto sanitario, sin observar las consecuencias que tendrían para el sistema sanitario global, me asalta la duda de si quien lo propone piensa en el día después de… O lo que es lo mismo, el efecto dominó que producirá en el sistema sanitario global.

Son como ‘recetas imposibles para la solución de problemas reales‘. El refranero español está lleno de saber: lo barato resulta caro; lo mejor es enemigo de lo bueno, o vísteme despacio que tengo prisa. Toda una muestra de frases sencillas, acuñadas por la sabiduría popular, que en el fondo son las claves que explican que hay atajos (esto es de mi cosecha vital) que sólo garantizan perderse. Ni esta solución lusitana tiene pinta de arreglar la financiación sanitaria, ni podemos decir que los medicamentos, a partir de ahora serán ‘gratis total’, crecerán de los árboles, serán distribuidos por las musas y los gnomos los llevarán en servicios 24 horas allá donde la orografía sea adversa.

Quienes pretendan comercializar el bálsamo de Fierabrás, una especie de polipíldora en versión del siglo XII, deberían recordar que lo patentó Don Quijote, que preparaba una pócima mágica capaz de curar toda dolencia. Nunca se comercializó. A los portugueses habrá que recordarles que su propuesta para la distribución gratuita de los genéricos obvia que en la Arcadia los pastores encontraron una calavera, algo que vino a recordarles que incluso en el lugar más feliz y perfecto de la Tierra, la muerte está presente y dispuesta a cada momento. Así que no debía ser tan feliz.