| domingo, 22 de febrero de 2009 h |

Yolanda Martínez doctora en Periodismo y Profesora de la UCM

Más del 40 por ciento de los habitantes del mundo no tiene agua necesaria para el mínimo aseo, mientras que en los países desarrollados se ha puesto de moda la potomanía: beber agua en grandes cantidades porque les produce placer, no por saciar la sed. Los afectados por este desorden de la conducta asocian la ingesta de agua como una forma de mantenerse sanos y delgados, pero no se dan cuenta de que al beber más de seis litros diarios provocan un envejecimiento prematuro de los riñones por el sobreesfuerzo. Por supuesto, tampoco conseguirán reducir su peso. Pero no parece que los humanos seamos proclives a recordar lo esencial. Esto explica que la potomanía haga furor cuando hace dos años saltó a las portadas de los diarios la muerte de una mujer en EEUU tras participar en un concurso para ganar una Wii. El reto consistía en beber la mayor cantidad de agua en un tiempo determinado por el jurado. Horas después del juego, la joven murió.

Para un funcionamiento adecuado del cuerpo se estima que se requieren entre uno y tres litros de agua diarios. La Unesco apuntaba que en los próximos 20 años la cantidad de agua disponible decrecerá un 30 por ciento. Más de 2,2 millones de personas murieron en el año 2000 por enfermedades relacionadas con el consumo de agua contaminada o por ahogamiento. Estos datos parece que nos dejan fríos y seguimos escuchando a quien nos promete adelgazar sin esfuerzo, aunque para eso tengamos que conectarnos a la red de distribución de agua de nuestra ciudad.

No obstante habrá que alertar de los riesgos asociados a la potomanía, en algunos lugares. Que se lo pregunten a los investigadores de CSIC y del Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA), que han evaluado las aguas en la cuenca del Ebro y en varias plantas de tratamiento detectando potentes mezclas de fármacos de uso común (ibuprofeno, codeína, betabloqueantes, fluoroquinolonas, furosemida…). El trabajo, publicado en la revista Analytical Chemistry, alerta de que las mezclas de productos químicos llegan a los ríos a través de las alcantarillas. La preocupación no es por la afectación directa a los humanos, dada su baja concentración, pero sí su impacto en el medio ambiente. Una vez más la realidad se adelanta a los legisladores, ya que la UE ha limitado la presencia de pesticidas en los ríos, pero todavía no ha regulado otros contaminantes, como los fármacos. ¡Quién sabe lo que pueden entender los que creen que beber adelgaza! Quizá entiendan que el agua viene con el medicamento incorporado, o lo que es lo mismo, dos productos por el precio de uno, y sin ir a la farmacia.