Yolanda Martínez es Doctora en Periodismo y profesora de la UCM
A veces una fuerte sacudida provoca un efecto semejante al de un aldabonazo en nuestra conciencia. Si de eso se trata, de hacer ver el dramatismo de una enfermedad como la malaria, es probable que Bill Gates haya dado en el clavo al liberar un enjambre de mosquitos —comunes, eso sí— en una conferencia para sensibilizar sobre este mal. No obstante no parece el método más ortodoxo para lograr fondos que, en realidad es lo único que puede dar la batalla a la miseria.
Gates denuncia que los laboratorios gastan más en investigar tratamientos contra la calvicie que contra la malaria… Pero este razonamiento es algo así como preguntar a un niño si quiere más a papá o a mamá. Obviamente las acciones no son mutuamente excluyentes. Sería más comprensible que personalidades como Gates destierren acciones que tan solo son merecedoras de grandes titulares y apuesten por medidas planificadas a medio y a largo plazo para la lucha contra las enfermedades. Una buena muestra puede ser la colaboración en investigaciones para la obtención de una vacuna contra el VIH/sida. Pero es que también en este caso hay que cuidar la forma en que se explica. Tanto Estados Unidos como la misma Fundación Bill & Melinda Gates ofrecen fondos para lograr la vacuna pero lo anuncian como una ‘recompensa’. No sé si tanta dramatización estilo Hollywood servirá, pero lo dudo, aunque casi lo prefiero a que suelten virus en algún encuentro y digan que es una broma.