Yolanda Martínez. Doctora en Periodismo y profesora de la UCM
De no existir Yves Bot habría que inventarlo. Desde que el abogado general del Tribunal de Luxemburgo hizo públicas las conclusiones sobre el ‘caso italiano’ hemos logrado poner negro sobre blanco y hacer que el interés general se superponga a criterios puramente económicos y de mercado cuando se habla de salud. Hemos logrado ver en un documento oficial algo del sentido común que había abandonado los dictámenes de la Comisión Europea.
El informe de Bot puede que sólo sea una docta pero no vinculante opinión, pero va a ser mucho más o, al menos, debería serlo. El hecho de que realice una defensa de la protección de la salud pública contra posibles desmanes mercantilistas debe constituir un protocolo de obligado cumplimiento, al que se adhieran los defensores de una sanidad europea de calidad. La relevancia de la argumentación de Bot se sustenta en que “la distribución geográfica de las farmacias y el monopolio de dispensación de medicamentos deben seguir siendo competencia de los Estados miembro”, con el fin de que cada país “pueda decidir qué nivel de protección de la salud pública pretende asegurar y de qué manera debe alcanzarse este nivel”. Es obvio que en la UE hay distintas realidades sanitarias, pero nada más. No parece lógico que los países que ya han demostrado hace décadas que ofrecen un elevado nivel de protección de la salud vean amenazados sus logros.
Es ingenuo recurrir al informe para atisbar que “no se puede excluir que un explotador no farmacéutico se vea inducido a anteponer el interés económico de la farmacia a las exigencias inherentes al ejercicio de una actividad farmacéutica”. O con mayor claridad, “es difícil asegurarse de que el explotador que no sea farmacéutico no interfiera en la relación que mantiene el farmacéutico con los clientes, incluso indirectamente, al decidir las existencias de medicamentos disponibles…”
Un refrán dice que “lo que se ve, no necesita candil” pero no parece que lo cumplan algunos políticos de la UE, que abogan por criterios liberalizadores sin medir las consecuencias en los niveles de salud de la población. El propio Bot señaló que restringir la propiedad es una regla apropiada para asegurar un abastecimiento de medicamentos a la población con garantías. No se debería permitir en aras de una Arcadia feliz sanitaria que las pulsiones económicas fluyan alegremente, porque con la salud no se juega, o no se debería jugar. Palabra de Bot.