Yolanda Martínez, doctora en Periodismo y profesora de la UCM
La música es como una farmacia, oral. Lo ha dicho una cantante afincada en la tradición celta y a cuya música recurren los médicos durante las operaciones, y con buen resultado. Hemos identificado la ‘farmacia’ con la idea de ‘lo que cura’ y como punto de encuentro secular de quien tiene una enfermedad y quiere curarla.
Pero no siempre fue así. A finales del siglo XIX tenía que competir con droguerías. Así lo señala un estudio sobre la farmacia balear. Estos establecimientos se dividían entre los que vendían fórmulas específicas y los que hacían las suyas propias. El historiador Lleonard Muntaner recuerda el papel de las boticas en las epidemias. Cuando la peste bubónica amenazó Son Servera en 1820, el Ayuntamiento ordenó que en ellas se dispensaran los productos para combatirla: vinagre, vino, aguardiente, bizcocho, carne, pan… También se ordenó “dar al boticario de esta Villa, cuenta y razón de todas las medicinas que tenga en su poder, señaladamente de quina buena, alcanfor, tártaro emético, ásido sulfúrico, azúcar y mostaza en crecida cantidad, para que se acopien las que faltan y no carescamos de ellas en tiempo oportuno”.
No hay más que ver la relevancia de tener un local cercano, con una garantía sanitaria, para que se convierta en la punta de lanza de actuación ante situaciones en que la capilaridad social es esencial. Y entonces habremos descubierto… ¡las oficinas de farmacia! Pero no cuidamos la memoria y cuando se pierde nos convertimos en seres que no saben donde está el norte ni el sur. Por lo tanto, deberíamos fomentar el conocimiento de lo que existe, averiguar por qué existe y no cometer los mismos errores de siempre.
La historia a veces es un pretexto para apuntalar una idea, pero en ocasiones es todo lo contrario, es el elemento imprescindible para valorar lo que tenemos y lo que podemos perder. En la farmacia actual se necesita estructurar los conocimientos históricos con un afán formativo e informativo, mucho más que blandir argumentos defensivos. La peste bubónica es sólo un pretexto, la farmacia cambió la historia natural de la enfermedad. Apostar sobre valores, intangibles, no es nada descabellado, porque escudarse en discusiones económicas sólo es cuestión de ceros. Y ya se sabe que los ceros que cuentan son los que están a la derecha y siempre hay sectores más poderosos y que tienen más.