| domingo, 08 de febrero de 2009 h |

Yolanda Martínez. Doctora en Periodismo y profesora de la UCM

Los códigos inyectados atacan a las webs de instituciones o empresas. La última víctima ha sido la de la de la Embajada de la India en España. Ataques masivos que buscan interferir el correcto tráfico de contenidos por Internet. La contaminación masiva se produce después desde las webs comprometidas, ya que incorporan enlaces a otras que contienen información sobre productos farmacéuticos.

No es cuestión de rasgarnos las vestiduras ante la aparición de nuevas formulas de delincuencia, pero puede que sea una forma de valorar el poder de etiquetas que representan un reclamo. De esta forma podemos observar que si se aprovechan de supuestos contenidos sanitarios es porque todos estamos concernidos por lo que se refiere a tratamiento de enfermedades.

Parece que la embajada de la India en España distribuía contenidos informáticos infectados por virus y que la replicación de los ataques a equipos informáticos es exponencial. Los ciberdelincuentes han encontrado un filón para propagar sus ataques con el paraguas protector y aliado involuntario de los supuestos contenidos farmacéuticos que prometían con un clic de ratón.

Aunque podamos pensar que hay un riesgo remoto de caer en las redes de los delincuentes tecnológicos la realidad nos desmiente. Por ejemplo, un e-mail indeseado (spam) que se envió en los EEUU antes de las últimas elecciones estaba encabezado con una frase: “¡Barack Obama está al borde de la muerte!”, captó la atención del público e incluía una imagen que, cuando se pulsaba, llevaba a los destinatarios más crédulos al sitio de una farmacia que vende su mercancía en Internet.

Según el estudio “Spamálisis: Un análisis empírico de la conversión en la publicidad por medio del correo indeseado” realizado en EEUU, sólo 1 de 12,5 millones de mensajes indeseados termina haciendo caer en la trampa de comprar en una farmacia falsa en la Internet. Pero parece que ese porcentaje de respuesta tan pequeño es suficiente para recompensar a los remitentes de spam con pingües beneficios.

Los investigadores de informática en la Universidad de California en Berkeley y San Diego rastrearon desde el 21 de marzo al 15 de abril de 2008, 347 millones de e-mails que vendían productos farmacéuticos y 124 millones más que intentaban infectar las computadoras con programas maliciosos. El reclamo farmacéutico más usado fue el de la compra de “productos para aumentar la virilidad”. El deseo de ser más joven, más sano, más fuerte, más potente o vivir más se sigue asociando a los medicamentos, existan o no. Nuestras pulsiones son tan poco racionales como para que los ciberdelitos proliferen. Será cosa de buscar un robocop.