Yolanda Martínez, doctora en Periodismo y profesora de la UCM
Está visto que las leyes sólo asustan a quienes cumplen. Desde Al Capone, se ha comprobado que quienes quieren delinquir buscan artimañas para actuar en el filo de la legalidad. Es sabido que a Capone sólo se le condenó por delito fiscal.
Hoy es raro sorprenderse por algo, pero no imposible. Así se entiende el revuelo que ha ocasionado el sorteo de un aumento de mamas realizado por una discoteca de Valencia. Y nos rasgamos las vestiduras ante el sorteo, cuando en televisiones españolas se financian y emiten intervenciones quirúrgicas.
La Sociedad Española de Medicina y Cirugía Cosmética denunció el pasado año el aumento de ofertas que ofrecían ciertas clínicas de cirugía estética durante las fiestas navideñas. ¿Pasó algo? No. Porque lo que está al margen de la ley no tiene que ser ilegal.
Sorprende también que se pueda cambiar el aumento de pechos por otra intervención, y se puede optar “por una fotodepilación o por inyecciones de bótox”. La Sociedad Científica de Medicina y Cirugía Cosmética ha denunciado que un “acto médico se pueda considerar como un simple producto de consumo. Seguro que ni se les pasó por la cabeza sortear un trasplante de riñón o una prótesis de cadera”. Yo les recomiendo que no den ideas, no vaya a haber alguna cadena televisiva que ofrezca la retransmisión en abierto.
Y otro tanto sucede en el mundo de los medicamentos. He vuelto a leer un e-mail en el que una farmacia andorrana anuncia el top-ten de sus productos más vendidos: fármacos (para los que se precisa receta médica) indicados para la impotencia masculina, la reducción de peso o el aumento de la libido femenina. Ofrecen llevar el medicamento a domicilio a quien lo pida en un plazo de 24 a 48 horas, con “seguridad, discreción, rapidez” y sólo “productos originales”. Toda una garantía, puesto que luchan contra el fraude a través de hacer de Internet ‘tierra de nadie sanitaria’.
Las ofertas de paso por el quirófano como la posibilidad de comprar medicamentos que pueden causar eventos adversos si no están prescritos por un experto son realidades dañinas e inevitables. Así que habrá que desempolvar leyes antifraude fiscal, o cualquier resquicio legal que nos permita luchar contra quienes pasan olímpicamente de la ley.