Santiago de Quiroga
No le falta razón a Pablo Ramos, presidente de Cofas, cuando afirma en este número que el mal momento con la industria ya ha pasado. No es tanto un deseo como expresar que no hay otra opción: la distribución y la industria tienen demasiadas cosas en común como para que el futuro lo condicione el pasado. Y ese futuro es un reto, por el contexto económico y por la presión que sufre de manera clásica el sector.
Por eso, ha sido un gesto claro la renuncia de la recién creada cooperativa de segundo nivel —la forma de llamar a las agrupaciones de distribuidores que unen sus fuerzas— llamada UNNE. Para que no se tenga tendencia, desde algunos sectores de la industria, a justificar limitaciones en el suministro, han decidido renunciar públicamente a las exportaciones paralelas. Es la primera vez que de forma tan categórica se anuncia algo parecido, pero la razón queda clara: se trata de evitar ninguna sombra de duda que pueda entorpecer el normal suministro a las farmacias a través de UNNE.
Será difícil que alguna compañía que está limitando el suministro, se ampare ahora con UNNE en que el consumo en sus farmacias no es el que corresponde. Si, además, se le unen otros a UNNE en esta iniciativa, deberíamos asistir al principio del fin del problema: no quedarán razones o excusas (según se mire) que justifiquen limitar el suministro de medicamentos a los mayoristas.